El guionista estadounidense Steve Englehart protagonizó la última de las charlas organizadas este año en el marco de las Jornadas del Cómic de Avilés. Previamente, Jason Aaron había explicado en el auditorio de la Casa de Cultura los principales capítulos de su trayectoria como guionista y los entresijos de su obra más importante, la serie Scalped (dibujada por R. M. Guéra). Englehart tomó el testigo y dejó claro porque está considerado uno de los nombres míticos del cómic de superhéroes americano.
El escritor explicó sus orígenes en Marvel y los motivos que le llevaron a dar el salto a DC después de estar escribiendo series como Los Vengadores o Factor X. "Cuando Gerry Conway se convirtió en editor jefe de la compañía decidió escribir los guiones de mis series. Yo no quería dejar Los Vengadores, así que decidí irme. DC nos hizo una oferta a John Buscema y a mí, y cuando Stan Lee se enteró de esto ofreció más dinero a John para que se quedara. Como a mí no me ofreció nada, empecé mi carrera en DC", explicó. Sus primeros pasos en la nueva editorial fueron en La Liga de la Justicia, pero Englehart pidió que le dejaran escribir también las aventuras de su personaje favorito, Batman. Y así lo hizo.
En este proyecto, Englehart formó equipo con el dibujante Marshall Rogers, con quien después creó el personaje de El Coyote. "Durante un mes viví en casa de un amigo en Las Vegas. Cuando llegué y vi el desierto pensé que allí no había nada y que no me gustaba, pero aprendí a apreciar su belleza. De ahí me surgió la idea para crear a El Coyote", explicó el guionista. El proyecto salió en la editorial Eclipse, la primera independiente creada en los Estados Unidos. "Aunque sólo duró un par de años cambió muchas cosas, ya que a partir de su ejemplo las grandes editoriales crearon sus propios sellos de autor, Marvel creó Epic y DC Vertigo", destacó.
Respecto a las adaptaciones a la pantalla de sus personajes, Englehart explicó que en caso del Capitán América o Linterna Verde, al no ser creaciones propias los ve como cualquier otro espectador. Sin embargo, en el caso de Batman (personaje en el que dejó una impronta que lo cambió radicalmente y que perdura en la actualidad) sí que ve sus películas buscando su sello, el cual encontró en la primera versión de Tim Burton con Jack Nicholson y en las actuales cintas dirigidas por Christopher Nolan.
El escritor también habló sobre su siguiente etapa en Marvel, de la mano de Los Nuevos Vengadores, a quienes considera "personajes menores" en comparación con los Vengadores de la costa Este. "Parecían un grupo de perdedores, no te los podías tomar tan en serio", comentó Englehart sobre el grupo liderado por Ojo de Halcón, cuyo tono humorístico afirmó que se lo dio los propios personajes.
Por último, el autor explicó su faceta como novelista, la cual comenzó durante su estancia de unos meses en la localidad mallorquina de Galilea en los tiempos en los que escribía para Batman, y que en la actualidad supone su única actividad. Fue allí donde escribió The Point Man, proyecto que en un principio creyó que quedaría ahí pero que retomó para convertir a uno de sus personajes, un inmortal, en protagonista de sus nuevas obras.
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sábado, 17 de septiembre de 2011
viernes, 16 de septiembre de 2011
Brandon Peterson, o triunfar "por pura chorra"
¿Cómo consigue un chico de un pueblecito de Wisconsin situado "en medio de la nada" (según sus propias palabras) convertirse en uno de los nombres propios del actual cómic de superhéroes? "Por pura chorra". Así de de sincero (y modesto) se mostró Brandon Peterson en la charla que cerró la jornada en el auditorio de la Casa de Cultura.
Peterson explicó que no fue hasta su época en el instituto cuando pudo empezar a leer cómics con cierta asiduidad. Hasta entonces, sú único contacto con los superhéroes se producía cuando acompañaba a su madre a comprar a la tienda y podía verlos en el mostrador. Sin embargo, cuando entró en el instituto y leyó Watchmen o El regreso del Caballero Oscuro supo que ya nada sería como antes.
No obstante, cuando comenzó su carrera de Bellas Artes pensaba que se dedicaría al mundo de la ilustración fantástica o de ciencia ficción. No se veía dibujando un cómic. Sin embargo, tras trabajar como ayudante de un entintador profesional se dio cuenta de que en ese medio no tenía que poner su escasa paciencia a prueba con horas de espera hasta que la pintura se secase. A él le gustaba la rapidez, justo lo que el cómic requería.
Sus entrada en Marvel se produjo de la mano de un guionista de la Casa de las Ideas que conoció mientras estudiaba y que enseño varios de sus trabajos a sus editores. Le llamaron para realizar varias ilustraciones y la cosa quedó ahí. O eso creía él. "Un día me llamó Bob Harras (entonces editor jefe de la compañía) para encargarme ocho páginas de Factor X a realizar en cuatro días, el doble de la velocidad normal. Le dije que estaba en plenos exámenes y que no podía. Entonces se produjo un silencio y me dijo '¿con qué frecuencia crees que llamo a alguien para ofrecerle una oportunidad como ésta? ¿Seguro que quieres decir que no?' Le pedí una hora para consultarlo con mis profesores, que me dieron el visto bueno. Así que me encerré durante cuatro días en casa a trabajar como un loco y le conseguí entregar ocho páginas malísimas", relató Peterson.
Pero la cosa no quedó ahí. Ya que le había sacado de un apuro, el dibujante le preguntó al editor si cabría la posibilidad de colaborar en alguna otra serie. Harras le contestó que la única posibilidad era que todos sus dibujantes decidieran irse de golpe. Un mes después lo increíble ocurrió. Surgía Image y Harras volvía a recurrir a Peterson para ofrecerle cualquiera de las colecciones que quisiera. "Pura chorra". No obstante, el artista resaltó la importancia de saber aprovechar esas oportunidades cuando a uno se le presentan. "Lo importante es estar preparado", subrayó.
La fortuna pareció volver a ponerse de su parte cuando tiempo después Marc Silvestri le llamó para sumarse a Image. "En Bellas Artes yo estaba acostumbrado al contacto con otros dibujantes, y en ese momento me encontraba en mi casa de Wisconsin, en medio de la nada y aburrido. Entonces me llamó Silvestri para ofrecerme mudarme a California a trabajar con ellos en su estudio, ganar mucho dinero y pasarlo bien", explicó Peterson. En Marvel entendieron que era una buena oportunidad y le dejaron marcharse. "Fue una época genial. Pensábamos que éramos estrellas de rock", relató el artista. Eran tiempos de jugar a video juegos, al pin-pon y de vez en cuando, dibujar. Una fiesta "hasta que la realidad nos sacudió". "En los años 94-95 se produjo una crisis, bajaron las ventas y nos dimos cuenta de que había que ponerse a trabajar de nuevo ganando menos dinero", recordó Peterson que, de todas maneras, explicó que fue una de las épocas de mayor brillantez creativa de la editorial.
Durante la charla, conducida por Jorge Argiz, el artista estadounidense siguió desmenuzando el resto de su carrera, como su regreso a Marvel y su trabajo como director de arte, entre otros capítulos que Peterson fue repasando con su gracia y simpatía habituales.
Por cierto, no os perdais los dibujos que está realizando en Avilés y que está colgando en su página web, www.brandonpeterson.com.
Aude Picault, una introvertida encantadora
"Existe un cliché sobre muchos autores que dice que somos bastante introvertidos. En mi caso es verdad. Iba con mis cuadernillos y apuntaba todo lo que se me pasaba por la cabeza en forma de dibujo". Así se apresentó la autora francesa Aude Picault al inicio de la charla que protagonizó en la tarde de ayer en el auditorio de la Casa de Cultura. Su intervención, que siguió a las que minutos antes habían protagonizado Javier Olivares y Joan Boix, sirvió para conocer a una artista que ha conseguido convertirse en una referencia a través de un dibujo y una sensibilidad muy especiales.
Según explicó, aquellos cuadernos que dibujó en su día sirvieron para que sus amigos la animasen a publicar su trabajo, así que decidió autoeditarse y nació la obra Rollos míos. Su buena acogida dio pie a una segunda parte y ya comenzó a publicar para el mercado editorial. No obstante, el que ella considera su primer trabajo profesional vino de la mano de una revista en una tira titulada Eva. Era una labor que la obligaba a trabajar con viñetas, algo que no ha vuelto a hacer. "No me parece la manera natural de dibujar", afirmó. Picault, que admitió no haber recibido formación sobre el lenguaje de la historieta, explicó que ella prefiere abordar la página sin planificarla. "Lo hago de manera más instintiva, en función de las necesidades de lo que estoy contando".
A preguntas de Ángel de la Calle, la autora relativizó el componente autoreferencial de sus obras. "Existe una distancia entre lo que cuento y mi persona. Escojo lo que quiero contar y creo que mis protagonistas no se me parecen", aseguró. Obviamente, esta distancia no es tal en la obra que la descubrió a gran parte del público, Papá, en la que expone sus sentimientos ante el suicidio de su padre. Picault explicó que al principio no quería publicar este trabajo, que ella realizó para sí misma como una válvula de escape. Sin embargo, desde L'Association la convencieron y, finalmente, la experiencia ha sido positiva. "Estoy contenta con el resultado. Considerando lo delicado del tema, si alguien odió la obra se ahorró el decírmelo (risas). He recibido reacciones muy humanas y tiernas de lectores que me agradecían el haber compartido esta historia con ellos", apuntó.
Picault también habló sobre Travesía, su primera obra con una trama estructurada. "Tras Rollos míos y Papá quería hacer un relato largo, desarrollar una historia profunda sobre la amistad y la navegación, con muchas páginas mudas", explicó. En esta obra, la autora plantea una crítica a la sociedad parisina, a sus prisas y forma de entender la vida. Para ella, para tener una existencia satisfactoria resulta fundamental tener proyectos. "Y sí, me gustan mucho los barcos", afirmó.
La próxima obra de Picault que se publicará en España será La fanfarria, un tebeo en el que refleja parte de su experiencia de seis años como intérprete de trombón en la orquesta de su Facultad de Bellas Artes. Y su próximo proyecto, anunció, pasa por abordar el pensamiento feminista, un tema complejo que calcula que le llevará dos o tres años de trabajo. El origen de esta idea surge del hecho de que "resulta duro ser mujer en Francia y hay situaciones que me provocan cabreo, situaciones que tienen que ver con la sexualidad, las relaciones de pareja... Creo que mis bloqueos interiores y mi timidez tienen que ver con el hecho de ser mujer, aunque a lo mejor me equivoco", concluyó.
jueves, 15 de septiembre de 2011
En la carpa... (II)
La carpa de encuentros ubicada frente a la Casa de Cultura albergó en la tarde de ayer una animada programación de presentaciones y charlas. Sus protagonistas fueron Ric Meyers, Renee Witterstaetter, Pinturero, Noiry (que presentó su obra Underdog), Iban Coello y Bruno Redondo.
Monteys, el dibujante que no sabe de lo que habla (o eso dice él)
"Básicamente lo que hago siempre es hablar de cosas que no conozco". Con esta declaración de principios comenzó Albert Monteys su charla en las Jornadas del Cómic de Avilés. Según explicó, así lo hizo en su etapa de editor de juegos de rol sin haber sido un gran aficionado a ellos, y lo mismo cuando dirigió la colección Puta Mili si haber realizado el servicio militar. Pero hay que reconocer que, para no saber de lo que habla, no le ha ido nada mal, y esa brillante trayectoria le ha traído este año a la ciudad.
Monteys recordó sus tiempos en la Facultad de Bellas Artes, donde "cuatro personas que nos convertimos en una" crearon el colectivo La Peña. Fruto de ese amor, según explicó, surgió el fanzine Mondo Lirondo. "En él concentrábamos todo lo que nos hacía gracia. Era un universo muy estúpido, pero muy coherente al mismo tiempo", comentó sobre esta publicación editada por Camaleón. Era una época, la de principios de los noventa, en la que el cómic español atravesaba una situación difícil. "Nunca se ha llorado tanto como en esa época. Los dibujantes veteranos nos decían que la cosa estaba muy mal, que ni se nos ocurriera intentar publicar en las grandes editoriales, y así cada uno comenzamos con nuestro fanzine. Existía un abismo generacional", explicó el dibujante.
Eso no impidió que poco tiempo después, a raíz de la creación del personaje de Calavera Lunar y la publicación de sus aventuras en 24 páginas, se llevase el premio al autor revelación en el Salón del Cómic de Barcelona. "Eso habla de lo mal que estaba la historieta entonces", apuntó. Después vino la entrada en El Jueves "debido a un cúmulo de casualidades". Entró sustituyendo a un dibujante de la colección Puta Mili que "había desaparecido, algo muy frecuente entonces", y acabó como director de la revista, capítulo que cerró en enero de este año para volver a convertirse en dibujante raso. Entre medias vino la entrega a la carrera de "páginas que pensaba que eran una mierda", la creación de personajes como Tato, las alrededor de 1400 páginas de Para ti que eres joven, junto a Manel Fontdevila, o los archiconocidos episodios de la no-portada de Mahoma o el secuestro del número dedicado a los príncipes de Asturias. "El Jueves es un sitio más serio de lo que la gente piensa, y pese a todo sigue habiendo gente que va por los pasillos gritando. Al principio, Vizcarra me asustaba mucho", recordó Monteys. Sin embargo, cada vez quedan menos dibujantes en la redacción de El Jueves, ya que la mayoria opta por trabajar en sus casas. Es lo que tiene internet.
Una vez pasados los agobios de dirigir una revista como ésa, Monteys, que sigue dibujando para ella, afronta otros proyectos, aunque admite que "este año me lo he tomado con demasiada calma". Dos son las ideas que centran su atención. La primera, crear un cómic sólo de dibujos para un público infantil. La segunda, abordar una historia sobre el hecho de ser hombre en los tiempos que corren. Lo que tiene claro, es que siempre seguirá escribiendo. "Sin dibujar podría vivir, pero no sin escribir", concluyó.
Las charlas-coloquio en el auditorio de la Casa de Cultura continuaron con Emile Bravo y Rafael Albuquerque. Y hoy, más.
Bartolomé Seguí, la experiencia de un Premio Nacional
Es la primera vez que visita las Jornadas del Cómic de Avilés, pero seguro que no será la última. Bartolomé Seguí fue el protagonista de la primera de las charlas que tuvieron lugar en la jornada del jueves en el auditorio de la Casa de Cultura. Seguí, galardonado junto al guionista Felipe Hernández Cava con el Premio Nacional de Cómic 2009 por Las serpientes ciegas, realizó un repaso de su trayectoria profesional y habló sobre los proyectos que le tienen ocupado en la actualidad.
Después de hablar de sus inicios en el cómic de la mano de revistas como El Víbora o Metropol con un estilo netamente costumbrista, Seguí explicó las ganas que tenía de llevar a cabo proyectos más amplios. Sin embargo, una "sequía creativa" a la hora de saber qué quería contar le llevó a colaborar con diferentes guionistas. "Les estoy agradecido. Siempre me ha costado trabajar con un material que no sintiera como mío, y ellos me han permitido la libertad de que les olvidara", comentó el artista. Esta libertad la ha sentido con escritores como Ramón de España, con quien publicó El suelo de México (2004) o el propio Hernández Cava, con el que ha colaborado en varias ocasiones y a quien le une una gran relación profesional.
Sin duda, el cénit de ese trabajo conjunto vino de la mano de Las serpientes ciegas, que además del Premio Nacional del Cómic se llevó el premio del Salón del Cómic de Barcelona. "Los premios molan, y si llevan una dotación económica importante, todavía más. Tu vanidad queda satisfecha, pero también sirven para mostrarte que no vas por el mal camino", explicó.
Las serpientes ciegas comenzó a publicarse por capítulos en la revista BD Banda, pero no tardó en colarse directamente en el mercado francés. De ahí en triunfar en España sólo había un paso. Seguí explicó que a la hora de elegir un estilo optó por el que había utilizado en novelas ilustradas que había realizado para el mercado infantil. No obstante, si en las primeras páginas comenzó utilizando plumillas y un color más plano, no tardó más de tres páginas en optar por una apariencia más antigua a través del escaneo directo del lápiz y un color digital realizado como si fueran ceras auténticas.
A pesar de ello, el autor confesó que nunca se ha considerado un buen colorista. No ha sido hasta su último proyecto, Hágase el caos (también junto a Hernández Cava), cuando a vuelto a sentir "el goce del proceso de pintar las viñetas". Este trabajo, realizado también para el mercado francés, mezcla el género negro y de espías en una trama ambientada en Londres que tiene como trasfondo la Guerra Fría y la ex Yugoslavia de Tito. Publicada en dos tomos, en España la edita Norma.
A preguntas de Ángel de la Calle, Seguí habló sobre el hecho de que en una isla relativamente pequeña como Mallorca residan tantos buenos dibujantes. "Somos suficientes y bien avenidos. No existe un conflicto a nivel profesional", comentó, como tampoco existe, en su opinión, una escuela mallorquina. "Todos tenemos estilos muy diferentes", aseveró.
Después de hablar de sus inicios en el cómic de la mano de revistas como El Víbora o Metropol con un estilo netamente costumbrista, Seguí explicó las ganas que tenía de llevar a cabo proyectos más amplios. Sin embargo, una "sequía creativa" a la hora de saber qué quería contar le llevó a colaborar con diferentes guionistas. "Les estoy agradecido. Siempre me ha costado trabajar con un material que no sintiera como mío, y ellos me han permitido la libertad de que les olvidara", comentó el artista. Esta libertad la ha sentido con escritores como Ramón de España, con quien publicó El suelo de México (2004) o el propio Hernández Cava, con el que ha colaborado en varias ocasiones y a quien le une una gran relación profesional.
Sin duda, el cénit de ese trabajo conjunto vino de la mano de Las serpientes ciegas, que además del Premio Nacional del Cómic se llevó el premio del Salón del Cómic de Barcelona. "Los premios molan, y si llevan una dotación económica importante, todavía más. Tu vanidad queda satisfecha, pero también sirven para mostrarte que no vas por el mal camino", explicó.
Las serpientes ciegas comenzó a publicarse por capítulos en la revista BD Banda, pero no tardó en colarse directamente en el mercado francés. De ahí en triunfar en España sólo había un paso. Seguí explicó que a la hora de elegir un estilo optó por el que había utilizado en novelas ilustradas que había realizado para el mercado infantil. No obstante, si en las primeras páginas comenzó utilizando plumillas y un color más plano, no tardó más de tres páginas en optar por una apariencia más antigua a través del escaneo directo del lápiz y un color digital realizado como si fueran ceras auténticas.
A pesar de ello, el autor confesó que nunca se ha considerado un buen colorista. No ha sido hasta su último proyecto, Hágase el caos (también junto a Hernández Cava), cuando a vuelto a sentir "el goce del proceso de pintar las viñetas". Este trabajo, realizado también para el mercado francés, mezcla el género negro y de espías en una trama ambientada en Londres que tiene como trasfondo la Guerra Fría y la ex Yugoslavia de Tito. Publicada en dos tomos, en España la edita Norma.
A preguntas de Ángel de la Calle, Seguí habló sobre el hecho de que en una isla relativamente pequeña como Mallorca residan tantos buenos dibujantes. "Somos suficientes y bien avenidos. No existe un conflicto a nivel profesional", comentó, como tampoco existe, en su opinión, una escuela mallorquina. "Todos tenemos estilos muy diferentes", aseveró.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
En la carpa...
Además de las charlas-coloquio que tienen lugar en el auditorio de la Casa de Cultura, las Jornadas del Cómic de Avilés dan cabida a presentaciones y entrevistas que tienen lugar en la carpa de encuentros. Entre otros, ayer fue el turno del escritor británico Ian Watson, guionista de la película Inteligencia Artificial, que presentó su novela Putas de Babilonia. Porque no sólo de tebeos viven las Jornadas del Cómic Villa de Avilés.
A la conquista del mercado americano
Puede sonar a perogrullada, pero no por eso deja de ser verdad: el panorama comiquero español cuenta con talentos extraordinarios. Muchos, cada vez más, triunfan en el extranjero en general y en el mercado estadounidense en particular. Es el caso de dos de los autores que protagonizaron las charlas-coloquios que tuvieron lugar ayer en las Jornadas: Rafa Sandoval y Ángel Unzueta. Ambos hablaron sobre sus respectivas trayectorias y respondieron a las preguntas del público presente en el auditorio de la Casa de Cultura.
La carrera de Sandoval en Estados Unidos ha sido meteórica, hasta el punto de que la editorial Marvel lo considera uno de sus actuales baluartes. Así, la Casa de las Ideas lo ha nombrado Young Gun, apelativo con el que identifica a sus nuevos valores. "La verdad es que no tenía ni idea de lo que era eso cuando me lo comunicó mi representante, aunque me consta que otros artistas que también lo han conseguido han llegado a llorar de emoción", explicó el artista granadino a preguntas de Jorge Argiz.
Su trabajo en la serie El Increíble Hércules le ha catapultado al particular Olimpo de los dibujantes de Marvel, y le ha dado la oportunidad de trabajar con profesionales de la talla del guionista Fred Van Lente, con el que Sandoval afirmó mantener una gran relación. "Cuando comenzamos a trabajar él me dijo 'yo te escribo esto y tú haces lo que tú creas, tú eres el artista'. La verdad es que me dio total libertad", explicó. En general, Rafa Sandoval destacó la suerte que ha tenido a lo largo de su carrera con los guionistas y editores con los que ha colaborado. "Ninguno me ha dicho 'eso no se hace', sino que me han animado a disfrutar de mi trabajo, y eso es lo que he hecho", comentó.
En la actualidad se encuentra trabajando con el personaje de Ojo de Halcón del universo Ultimate. "Es un personaje que me gusta, pero la única pega que le pongo es que me gustaría trabajar con el Ojo de Halcón típico, el de toda la vida", lamentó Sandoval. Entre sus objetivos profesionales se encuentra trabajar en alguna de las series de Spiderman, así como sacar adelante un proyecto personal ambientado en un mundo fantástico. Otro de esos proyectos externos a su trabajo en Marvel es la serie Stacy Trooper, un proyecto que en la actualidad se encuentra estancado por diferencias entre el equipo creativo pero que Sandoval confía que acabe viendo la luz.
La siguiente charla estuvo protagonizada por el guipuzcoano Ángel Unzueta, un artista todoterreno que desgranó junto a Germán Menéndez los puntos clave de su carrera. Una trayectoria que, como pasa en muchas ocasiones, comenzó casi por casualidad. "Siempre me gustó dibujar, pero tenía otras cosas que hacer. Cuando estudiaba Empresariales, en vez de tomar apuntes hacía dibujos, y a partir de la insistencia de unos amigos preparé unas páginas que envié a Fórum y, para mi sorpresa, me repsondieron inmediatamente diciéndome que querían contar conmigo", explicó.
De ahí vendría su primera oportunidad en la línea Laberinto a través de la serie Neck & Cold, de la cual se siente "muy orgulloso" por la ilusión que puso en ella. "Cada día dibujaba dos páginas a lápiz y tinta mientras hacía la prestación social sustitutoria", comentó Unzueta, que no se considera un profesional del mundo del cómic. "Siempre he sido un aficionado que tenía el dibujo como un hobby", apuntó el dibujante. No en vano, durante años dibujó las páginas de series como Flash o Titanes fuera de los horarios de su trabajo diario como empresario.
Unzueta recordó sus comienzos en el mercado americano y la amable entrevista que mantuvo con el editor que lo recibió en DC. "No paraba de decir que todo mi portfolio era una mierda, y ahí estaba yo, acojonado, con la mejor de mis sonrisas y sin saber qué decir. Entonces me dijo que, aunque mis dibujos eran una mierda, sabía de alguien a quien le podrían gustar. Ese alguien era Eddie Berganza, que enseguida me dijo que mi trabajo era muy bueno y con el que comencé a trabajar en DC", explicó.
El autor, que durante siete años se mantuvo ajeno al mundo del cómic dedicado al mercado publicitario, destacó una constante en su carrera: "comunicar". "Esta necesidad de comunicar es la que define el estilo que utilizo en cada trabajo, por eso no tengo un estilo definido", explicó. En la actualidad se encuentra ultimando un proyecto para el mercado francés con guiones de Koldo Azpitarte, aunque confiesa que tiene "una espinita clavada" respecto al mercado estadounidense y no oculta su deseo de resarcirse, y si es con los superhéroes de Marvel, mejor.
Tras las charlas de Rafa Sandoval y de Ángel Unzueta tomaron el testigo John McCrea y Tony Harris, que además de explicar sus comienzos y respectivas trayectorias desvelaron algunos secretos de sus trabajos de mayor renombre, como Hitman o Ex Machina, respectivamente. Con ellos finalizaron los coloquios de la jornada de ayer. Hoy, más.
La carrera de Sandoval en Estados Unidos ha sido meteórica, hasta el punto de que la editorial Marvel lo considera uno de sus actuales baluartes. Así, la Casa de las Ideas lo ha nombrado Young Gun, apelativo con el que identifica a sus nuevos valores. "La verdad es que no tenía ni idea de lo que era eso cuando me lo comunicó mi representante, aunque me consta que otros artistas que también lo han conseguido han llegado a llorar de emoción", explicó el artista granadino a preguntas de Jorge Argiz.
Su trabajo en la serie El Increíble Hércules le ha catapultado al particular Olimpo de los dibujantes de Marvel, y le ha dado la oportunidad de trabajar con profesionales de la talla del guionista Fred Van Lente, con el que Sandoval afirmó mantener una gran relación. "Cuando comenzamos a trabajar él me dijo 'yo te escribo esto y tú haces lo que tú creas, tú eres el artista'. La verdad es que me dio total libertad", explicó. En general, Rafa Sandoval destacó la suerte que ha tenido a lo largo de su carrera con los guionistas y editores con los que ha colaborado. "Ninguno me ha dicho 'eso no se hace', sino que me han animado a disfrutar de mi trabajo, y eso es lo que he hecho", comentó.
En la actualidad se encuentra trabajando con el personaje de Ojo de Halcón del universo Ultimate. "Es un personaje que me gusta, pero la única pega que le pongo es que me gustaría trabajar con el Ojo de Halcón típico, el de toda la vida", lamentó Sandoval. Entre sus objetivos profesionales se encuentra trabajar en alguna de las series de Spiderman, así como sacar adelante un proyecto personal ambientado en un mundo fantástico. Otro de esos proyectos externos a su trabajo en Marvel es la serie Stacy Trooper, un proyecto que en la actualidad se encuentra estancado por diferencias entre el equipo creativo pero que Sandoval confía que acabe viendo la luz.
La siguiente charla estuvo protagonizada por el guipuzcoano Ángel Unzueta, un artista todoterreno que desgranó junto a Germán Menéndez los puntos clave de su carrera. Una trayectoria que, como pasa en muchas ocasiones, comenzó casi por casualidad. "Siempre me gustó dibujar, pero tenía otras cosas que hacer. Cuando estudiaba Empresariales, en vez de tomar apuntes hacía dibujos, y a partir de la insistencia de unos amigos preparé unas páginas que envié a Fórum y, para mi sorpresa, me repsondieron inmediatamente diciéndome que querían contar conmigo", explicó.
De ahí vendría su primera oportunidad en la línea Laberinto a través de la serie Neck & Cold, de la cual se siente "muy orgulloso" por la ilusión que puso en ella. "Cada día dibujaba dos páginas a lápiz y tinta mientras hacía la prestación social sustitutoria", comentó Unzueta, que no se considera un profesional del mundo del cómic. "Siempre he sido un aficionado que tenía el dibujo como un hobby", apuntó el dibujante. No en vano, durante años dibujó las páginas de series como Flash o Titanes fuera de los horarios de su trabajo diario como empresario.
Unzueta recordó sus comienzos en el mercado americano y la amable entrevista que mantuvo con el editor que lo recibió en DC. "No paraba de decir que todo mi portfolio era una mierda, y ahí estaba yo, acojonado, con la mejor de mis sonrisas y sin saber qué decir. Entonces me dijo que, aunque mis dibujos eran una mierda, sabía de alguien a quien le podrían gustar. Ese alguien era Eddie Berganza, que enseguida me dijo que mi trabajo era muy bueno y con el que comencé a trabajar en DC", explicó.
El autor, que durante siete años se mantuvo ajeno al mundo del cómic dedicado al mercado publicitario, destacó una constante en su carrera: "comunicar". "Esta necesidad de comunicar es la que define el estilo que utilizo en cada trabajo, por eso no tengo un estilo definido", explicó. En la actualidad se encuentra ultimando un proyecto para el mercado francés con guiones de Koldo Azpitarte, aunque confiesa que tiene "una espinita clavada" respecto al mercado estadounidense y no oculta su deseo de resarcirse, y si es con los superhéroes de Marvel, mejor.
Tras las charlas de Rafa Sandoval y de Ángel Unzueta tomaron el testigo John McCrea y Tony Harris, que además de explicar sus comienzos y respectivas trayectorias desvelaron algunos secretos de sus trabajos de mayor renombre, como Hitman o Ex Machina, respectivamente. Con ellos finalizaron los coloquios de la jornada de ayer. Hoy, más.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Tres generaciones, tres experiencias, tres mujeres
Como cada año, la primera cita de las Jornadas del Cómic es con las autoras. En esta ocasión, la charla Cómic en femenino reunió a tres artistas muy diferentes, de países distintos y de generaciones diversas: la estadounidense Melinda Gebbie, la francesa Nancy Peña y la española (y asturiana, cabe subrayar) Noiry.
Durante la charla, que estuvo moderada por Ángel de la Calle y que contó con la traducción de Diego García, las tres hablaron de sus respectivas trayectorias y del hecho de ser mujer en un mundo como el del tebeo, hasta hace bien poco copado por los hombres.
Melinda Gebbie relató sus inicios como lectora de las tiras que se publicaban en un periódico local de su San Francisco natal, viñetas que le fueron inoculando el virus del cómic hasta comenzar su carrera en pleno apogeo del underground. Gebbie explicó la dureza de sus inicios, marcados por su falta de confianza en su capacidad para contar historias y por el escaso crédito que tenían las mujeres autoras en esa época. Respecto a su falta de confianza, la artista confesó que ésta se debía en gran medida a la figura de su madre, una mujer "muy dominante, que ahogaba a gritos mi propia voz". Es por ello que en sus primeros trabajos Gebbie se centraba en el dibujo, ya que creía carecer de las herramientas necesarias para contar una historia a través del lenguaje. De todas maneras, se dio cuenta de que a través del dibujo no era capaz de transmitir todo lo que quería y, sobre todo a raíz de su mudanza al Reino Unido, se interesó por la conquista del lenguaje para contar sus historias. Sobre la situación de la mujer en el mercado del tebeo estadounidense, la autora explicó que en sus inicios no sólo eran "tomadas a pitorreo" por sus colegas de profesión y editores, sino que la desunión entre las artistas era total. "El feminismo nos falló a todas como dibujantes y como mujeres", afirmó Gebbie. Por todo ello, se congratuló de la actual situación de la mujer en el cómic. "No sé si lo que he vivido era necesario para llegar a este momento, pero me alegro muchísimo de que hoy no importe si un autor es mujer u hombre para que tenga la oportunidad de contar una historia", concluyó.
La experiencia de Nancy Peña es bien diferente. La artista francesa siempre tuvo muy claro que quería contar historias, pero no sólo eso, sino también que el medio que utilizaría para hacerlo sería el cómic. Heredera del cambio en la historieta francesa que supuso la irrupción de las editoriales independientes, explicó que su entrada en el mundo del tebeo se vio favorecida por esta apertura del mercado. "Llegué casi por casualidad, sin planearlo. Me puse en contacto con un editor y desde entonces todo marcha muy rápido", comentó. Peña admitió que esta situación también ha provocado una disminución en el nivel de exigencia a los autores que, en algunos casos, puede llegar a confundir a los lectores. "En ocasiones casi se cae en lo amateur, y así nos consideran también los editores", lamentó.
No es el caso de Noiry, en cuyos recientes inicios internet ha jugado un papel fundamental. La artista asturiana, autora de varios cómics manga, destacó la facilidad que ofrece la Red a la hora de descubrir a otros dibujantes, otros trabajos y estilos. "El mundo es muy grande, e internet me permitió descubrir cosas que ni siquiera se me habían pasado por la cabeza", apuntó. Rodeada de cómics desde muy pequeña, Noiry subrayó que "no podría vivir sin dibujar". Sabía lo que quería, y por eso nunca pensó que el hecho de ser mujer pudiera ser un impedimento para ir cumpliendo sus metas. Para ella, el cómic es "un mundo de personas que quieren contar historias" sin distinciones en función del género.
Tres mujeres, tres experiencias que marcaron el inicio de unas jornadas que hoy vivirán su inauguración oficial, como podréis leer en la siguiente entrada.
sábado, 18 de septiembre de 2010
George Pérez vuelve a conquistar Avilés
La última de las charlas de las XV Jornadas del Cómic de Avilés corrió a cargo de uno de sus invitados más ilustres, el padrino de este certamen en su primera edición y fiel visitante desde entonces: George Pérez. De nuevo, su conferencia fue una de las más multitudinarias de las Jornadas. En ella habló de sus últimos trabajos y dejó al público con los dientes largos ante sus próximas apariciones en los kioscos.
Pérez habló de uno de sus últimos trabajos, el que realizó junto a Mark Waid en la colección The Brave and the Bold. Su primer número comenzó con Batman y Linterna Verde. La idea consistía en que uno de los personajes se quedaría en el siguiente número y haría de anfitrión en la serie, aunque el proyecto no se ajustó a lo que Pérez esperaba en un principio, así que el guionista lo ajustó para que en la serie apareciera el mayor número de personajes posible. A partir del número diez a Pérez le dijeron que pasaría a La Legión de Tres Mundos y tuvo que dejar la colección antes de que se cumpliera el año, algo que lamentó dado que el siguiente proyecto tardó en ponerse en marcha y él podría haber acabado el trabajo que había empezado.
En ambos proyectos, Pérez explicó que trabajó sobre argumentos, no sobre guiones cerrados. “Los guionistas cambiaron su forma habitual de trabajar, ya que ambos sabían que darme un guión cerrado significaría desperdiciar parte de mi talento, de lo que puedo aportar. Así que dejaron en mis manos la composición y diseño de las páginas. A mí me gusta trabajar como si dibujara películas mudas, ofreciendo toda la información necesaria en mis dibujos. Si un guionista tiene que explicar con texto algo de la historia que no aparezca en mi dibujo es que no lo he hecho bien”, explicó.
Cuando firmó con DC, Pérez pudo haberse encargado de la serie de Linterna Verde (“en ese caso hubiese sido sólo otro tío más que dibujaba al personaje”, comentó), pero en cambio optó por empezar la colección de The Brave and the Bold. El dibujante admitió que la colección no tuvo el éxito esperado, ya que al tener que incluir a los personajes cada número las historias eran casi autoconclusivas. Sin embargo, la serie que había rechazado vivió uno de sus momentos más importantes de la mano de Ivan Reis y Geoff Johns, que “hicieron un trabajo fantástico”, subrayó Pérez. No obstante, por cada uno de los proyectos rechazados y que luego fueron un éxito dibujados por otros artistas, el dibujante afirmó que ha vivido sus propios éxitos, por lo que en general no se arrepiente de las decisiones que ha ido tomando a lo largo de su carrera. “Lo único que me gustaría hoy en día es ser un dibujante más rápido”, confesó.
Respecto a su trabajo con Geoff Johns en La Legión de Tres Mundos, Pérez comentó algunos problemas que tuvieron al principio debido a la forma de trabajar del guionista, mucho más detallista que los otros guionistas con los que ha trabajado el dibujante. “Waid concibe sus argumento de manera abierta, deja espacio a los dibujantes. Pero Johns es más joven que yo, ha crecido leyendo algunos de mis tebeos y supongo que imaginaba que tenía que enviarme las páginas con todo lo que debería aparecer en las viñetas, por cada página de cómic enviaba siete u ocho de texto. Parecía que pensaba: 'si Pérez ha dibujado esto en Crisis será porque le han escrito esto', pero lo que él no sabía es que los guionistas me enviaban un argumento muy general, el resto lo decidía yo. Sobre una indicación yo tomaba el resto de las decisiones, trataba de aportar algo más. Acabé hablando con Geoff y le dije cómo debería enviarme los guiones. Tuvo la amabilidad de cambiar su forma de trabajar. Dejó de escribir las páginas de George Perez y dejó que George Pérez hiciera sus páginas. Si yo sólo hiciera lo que escribe el guionista, simplemente sería una herramienta, y yo siempre quiero aportar algo más y sorprender al guionista”, comentó.
Del carisma de George Pérez habla bien la cantidad de seguidores que arrastra a las pocas convenciones a las que asiste, con varias fotos que se proyectaron en la charla y que motivaron las risas del público. Preguntado sobre la recopilación para el mercado español de los números que dibujó en Jóvenes Titanes, el artista estadounidense afirmó estar muy orgulloso de lo que la serie supuso para DC en su momento, el impulso que le dio en un momento en el que Marvel copaba la mayor parte del mercado. “Gracias a esa serie se pudieron hacer muchas otras obras, ya que la editorial volvió a ser viable económicamente”, comentó. No obstante, respecto al nivel del dibujo Pérez afirmó que ahora ve los errores cometidos y espera dibujar mejor que entonces. “Era lo mejor que podía hacer en aquel entonces, pero me alegro de ya no dibujar así”, afirmó.
Ahora vuelve a trabajar con Mark Waid en Games, conmemorando el trigésimo aniversario de la serie de Titanes. Sin embargo, se han encontrado con un problema. “Ya hay varias páginas dibujadas de hace 20 años, pero no hay guión y no nos acordamos de lo que queríamos contar entonces. Resultaba frustrante. Entonces apareció el proyecto de Legacies y empecé a tener problemas de salud, con la vista, en parte por mi diabetes. Por todo esto la situación no era agradable e incluso pensamos en aplazar la salida del tomo, pero desde DC insistieron y me he comprometido a terminarla este año, así que tengo que dibujar 25 páginas que incluso he estado abocetando en Avilés. Mark ha escrito un final completamente diferente a lo que pensamos hace 20 años. Además, estoy intentando volver a dibujar como entonces para que no se aprecie un cambio de estilo, lo que en ocasiones es difícil. Creo que el final es bastante bueno y que la historia es redonda”, comentó.
Una vez que termine este proyecto, Pérez se volverá a operar de la vista cueste lo que cueste, “aunque al final en la portada tengan que poner ‘en memoria de George Pérez’”, comentó entre risas. A partir de entonces, Pérez comentó que se dedicará a entintar los lápices de otros artistas como una manera de dar descanso a sus ojos y seguir trabajando, siguiendo así las recomendaciones de su médico y matando el gusanillo antes de recuperarse y volver a dibujar. “Espero que a partir de ahora por el mundo haya muchos guionistas que tengan el sueño de trabajar conmigo y me descubran otros sueños que yo ni siquiera sepa que tengo”, deseó. Sobre su confesada pasión por proyectos relacionados con el teatro, Pérez relató su experiencia con un grupo de teatro local para el que se ha ofrecido a realizar los carteles de sus obras. De hecho, ha vuelto a hacer sus pinitos sobre el escenario. Y es que se nota que domina este espacio, como volvió a demostrar en Avilés.
Pérez habló de uno de sus últimos trabajos, el que realizó junto a Mark Waid en la colección The Brave and the Bold. Su primer número comenzó con Batman y Linterna Verde. La idea consistía en que uno de los personajes se quedaría en el siguiente número y haría de anfitrión en la serie, aunque el proyecto no se ajustó a lo que Pérez esperaba en un principio, así que el guionista lo ajustó para que en la serie apareciera el mayor número de personajes posible. A partir del número diez a Pérez le dijeron que pasaría a La Legión de Tres Mundos y tuvo que dejar la colección antes de que se cumpliera el año, algo que lamentó dado que el siguiente proyecto tardó en ponerse en marcha y él podría haber acabado el trabajo que había empezado.
En ambos proyectos, Pérez explicó que trabajó sobre argumentos, no sobre guiones cerrados. “Los guionistas cambiaron su forma habitual de trabajar, ya que ambos sabían que darme un guión cerrado significaría desperdiciar parte de mi talento, de lo que puedo aportar. Así que dejaron en mis manos la composición y diseño de las páginas. A mí me gusta trabajar como si dibujara películas mudas, ofreciendo toda la información necesaria en mis dibujos. Si un guionista tiene que explicar con texto algo de la historia que no aparezca en mi dibujo es que no lo he hecho bien”, explicó.
Cuando firmó con DC, Pérez pudo haberse encargado de la serie de Linterna Verde (“en ese caso hubiese sido sólo otro tío más que dibujaba al personaje”, comentó), pero en cambio optó por empezar la colección de The Brave and the Bold. El dibujante admitió que la colección no tuvo el éxito esperado, ya que al tener que incluir a los personajes cada número las historias eran casi autoconclusivas. Sin embargo, la serie que había rechazado vivió uno de sus momentos más importantes de la mano de Ivan Reis y Geoff Johns, que “hicieron un trabajo fantástico”, subrayó Pérez. No obstante, por cada uno de los proyectos rechazados y que luego fueron un éxito dibujados por otros artistas, el dibujante afirmó que ha vivido sus propios éxitos, por lo que en general no se arrepiente de las decisiones que ha ido tomando a lo largo de su carrera. “Lo único que me gustaría hoy en día es ser un dibujante más rápido”, confesó.
Respecto a su trabajo con Geoff Johns en La Legión de Tres Mundos, Pérez comentó algunos problemas que tuvieron al principio debido a la forma de trabajar del guionista, mucho más detallista que los otros guionistas con los que ha trabajado el dibujante. “Waid concibe sus argumento de manera abierta, deja espacio a los dibujantes. Pero Johns es más joven que yo, ha crecido leyendo algunos de mis tebeos y supongo que imaginaba que tenía que enviarme las páginas con todo lo que debería aparecer en las viñetas, por cada página de cómic enviaba siete u ocho de texto. Parecía que pensaba: 'si Pérez ha dibujado esto en Crisis será porque le han escrito esto', pero lo que él no sabía es que los guionistas me enviaban un argumento muy general, el resto lo decidía yo. Sobre una indicación yo tomaba el resto de las decisiones, trataba de aportar algo más. Acabé hablando con Geoff y le dije cómo debería enviarme los guiones. Tuvo la amabilidad de cambiar su forma de trabajar. Dejó de escribir las páginas de George Perez y dejó que George Pérez hiciera sus páginas. Si yo sólo hiciera lo que escribe el guionista, simplemente sería una herramienta, y yo siempre quiero aportar algo más y sorprender al guionista”, comentó.
Del carisma de George Pérez habla bien la cantidad de seguidores que arrastra a las pocas convenciones a las que asiste, con varias fotos que se proyectaron en la charla y que motivaron las risas del público. Preguntado sobre la recopilación para el mercado español de los números que dibujó en Jóvenes Titanes, el artista estadounidense afirmó estar muy orgulloso de lo que la serie supuso para DC en su momento, el impulso que le dio en un momento en el que Marvel copaba la mayor parte del mercado. “Gracias a esa serie se pudieron hacer muchas otras obras, ya que la editorial volvió a ser viable económicamente”, comentó. No obstante, respecto al nivel del dibujo Pérez afirmó que ahora ve los errores cometidos y espera dibujar mejor que entonces. “Era lo mejor que podía hacer en aquel entonces, pero me alegro de ya no dibujar así”, afirmó.
Ahora vuelve a trabajar con Mark Waid en Games, conmemorando el trigésimo aniversario de la serie de Titanes. Sin embargo, se han encontrado con un problema. “Ya hay varias páginas dibujadas de hace 20 años, pero no hay guión y no nos acordamos de lo que queríamos contar entonces. Resultaba frustrante. Entonces apareció el proyecto de Legacies y empecé a tener problemas de salud, con la vista, en parte por mi diabetes. Por todo esto la situación no era agradable e incluso pensamos en aplazar la salida del tomo, pero desde DC insistieron y me he comprometido a terminarla este año, así que tengo que dibujar 25 páginas que incluso he estado abocetando en Avilés. Mark ha escrito un final completamente diferente a lo que pensamos hace 20 años. Además, estoy intentando volver a dibujar como entonces para que no se aprecie un cambio de estilo, lo que en ocasiones es difícil. Creo que el final es bastante bueno y que la historia es redonda”, comentó.
Una vez que termine este proyecto, Pérez se volverá a operar de la vista cueste lo que cueste, “aunque al final en la portada tengan que poner ‘en memoria de George Pérez’”, comentó entre risas. A partir de entonces, Pérez comentó que se dedicará a entintar los lápices de otros artistas como una manera de dar descanso a sus ojos y seguir trabajando, siguiendo así las recomendaciones de su médico y matando el gusanillo antes de recuperarse y volver a dibujar. “Espero que a partir de ahora por el mundo haya muchos guionistas que tengan el sueño de trabajar conmigo y me descubran otros sueños que yo ni siquiera sepa que tengo”, deseó. Sobre su confesada pasión por proyectos relacionados con el teatro, Pérez relató su experiencia con un grupo de teatro local para el que se ha ofrecido a realizar los carteles de sus obras. De hecho, ha vuelto a hacer sus pinitos sobre el escenario. Y es que se nota que domina este espacio, como volvió a demostrar en Avilés.
"Esther es Purita Campos"
Con 14 años ya dibujaba modelos para amigas modistas de su madre, y cobraba por ello. “Mi madre era modista y mi ilusión era ser diseñadora de moda. A partir de ahí estudié Bellas Artes y me coloqué en una revista de moda”. Así empezó la carrera de Purita Campos que esta tarde ofreció la primera charla de la última jornada del certamen del cómic de Avilés.
Ante un público entregado, la creadora de Esther realizó un recorrido por su amplia trayectoria, una carrera plagada de anécdotas que llamaron la atención de los presentes. El cómic apareció en su vida casi por casualidad. Su auténtica vocación era la moda, pero recaló en Bruguera a raíz de un encuentro de su hermano con Vázquez, que fiel a su estilo, le metió la bola de que era el director de la editorial (de hecho, Purita sale como personaje en la película basada en la vida de Vázquez, de inminente estreno). Cuando Purita se presentó allí, le dijeron que Vázquez casi no pasaba por las oficinas, pero aún así la contrataron para hacer pequeñas historias.
Purita recordó cómo por aquel entonces las dibujantes más respetadas eran aquellas que dibujaban historias bélicas, westerns… todas aquellas que copiaban en cierta manera los trabajos de los hombres. Un día, la editorial le encargó a ella y a otros dibujantes realizar unas pruebas para conquistar el mercado inglés. Para su sorpresa, la eligieron, y eso supuso el inicio de una carrera en el extranjero. Bruguera tenía un acuerdo con una editorial belga que le propuso trabajar en exclusiva para ellos. Para poder salir de España, Purita relató cómo tuvo que hacer el servicio social, “ir a Falange, bordar, canciones…”. Sus primeros trabajos eran historias románticas de tres páginas del tipo 'chico conoce a chica, se besan y se acabó'. “Entonces estaba decidida a dejar el cómic”, afirmó, pero entonces llegó Esther y su mundo (Patty’s World) para el mercado británico. En el guión escrito por Philip Douglas encontró una historia diferente, algo que le invitó a seguir con las viñetas. Esther triunfó en el mercado inglés y Purita convenció a Bruguera que comprara los derechos para España, donde también fue un éxito. De todas maneras, Campos se mostró muy descontenta con el trabajo de Bruguera. “Hacían lo que les daba la gana y lo hacían mal, añadían páginas, bocadillos que yo no había puesto, cambiaban los nombres... Leía la revista Lily (donde aparecían las aventuras de Esther) y me disgustaba mucho, hasta que dejé de leerlas. En mi casa tengo montones sin leer”, explicó.
La dibujante está restaurando las páginas de Esther de aquella época para que las próximas ediciones sean fieles a los originales. “Hacemos una copia, a cuchilla quito lo que está mal, luego hago los lápices y entinto”, apuntó la artista sobre el proceso de restauración. De la popularidad de Esther surgieron otros personajes, como Gina o Jana (Tina en el original). “Mi personaje preferido es Esther. Gina, con guión de Paco Ortega, era muy divertida pero sólo fueron 50 páginas. Luego vino Tina, que también me gustó, pero Esther es muy entrañable, y prueba de ello es que continúa”, explicó.
Y continúa con guiones de Carlos Portela, quien subió posteriormente al escenario para hablar de la génesis de las nuevas historias de Esther. Según explicó, en el salón de La Coruña se quedaron hablando en una cena sobre series de televisión protagonizadas por mujeres. Tras esa cena, de camino al hotel los responsables de la editorial propusieron a Carlos hacerse cargo del trabajo, y la coincidencia de ideas fue absoluta. Purita quiso dejar claro que la idea de retomar las historias de Esther con 35 años, divorciada y con una hija había sido suya. “Esther es Pura, y evidentemente no voy a hacer nada que a ella no le parezca bien. No obstante, ella me da absoluta libertad y nunca me ha dicho que no a una idea”, explicó el guionista. En un principio, la idea del tándem era hacer un par o tres de libros para cerrar la historia de Esther, pero el éxito de la serie (vendió los 5.000 ejemplares de la primera edición en 23 días) les cogió por sorpresa y ya no se plantean un fin claro de la serie, aunque sí adelantaron que “algún personaje puede morir, porque la muerte forma parte de la vida”, adelantó Carlos.
Respecto a una posible adaptación a la pantalla, grande o pequeña, el guionista (que trabaja en Telecinco) explicó que el formato ideal sería una serie de televisión dada la extensión del mundo de la protagonista. “Lo que tengo claro es que si se hace se haga una cosa digna”, apuntó Purita. “No te preocupes, que estaré yo contigo”, comentó Carlos entre risas. Un dúo que promete ofrecer nuevas sorpresas al numeroso público que les ofreció uno de los aplausos más calurosos de la XV edición de las Jornadas.
Ante un público entregado, la creadora de Esther realizó un recorrido por su amplia trayectoria, una carrera plagada de anécdotas que llamaron la atención de los presentes. El cómic apareció en su vida casi por casualidad. Su auténtica vocación era la moda, pero recaló en Bruguera a raíz de un encuentro de su hermano con Vázquez, que fiel a su estilo, le metió la bola de que era el director de la editorial (de hecho, Purita sale como personaje en la película basada en la vida de Vázquez, de inminente estreno). Cuando Purita se presentó allí, le dijeron que Vázquez casi no pasaba por las oficinas, pero aún así la contrataron para hacer pequeñas historias.
Purita recordó cómo por aquel entonces las dibujantes más respetadas eran aquellas que dibujaban historias bélicas, westerns… todas aquellas que copiaban en cierta manera los trabajos de los hombres. Un día, la editorial le encargó a ella y a otros dibujantes realizar unas pruebas para conquistar el mercado inglés. Para su sorpresa, la eligieron, y eso supuso el inicio de una carrera en el extranjero. Bruguera tenía un acuerdo con una editorial belga que le propuso trabajar en exclusiva para ellos. Para poder salir de España, Purita relató cómo tuvo que hacer el servicio social, “ir a Falange, bordar, canciones…”. Sus primeros trabajos eran historias románticas de tres páginas del tipo 'chico conoce a chica, se besan y se acabó'. “Entonces estaba decidida a dejar el cómic”, afirmó, pero entonces llegó Esther y su mundo (Patty’s World) para el mercado británico. En el guión escrito por Philip Douglas encontró una historia diferente, algo que le invitó a seguir con las viñetas. Esther triunfó en el mercado inglés y Purita convenció a Bruguera que comprara los derechos para España, donde también fue un éxito. De todas maneras, Campos se mostró muy descontenta con el trabajo de Bruguera. “Hacían lo que les daba la gana y lo hacían mal, añadían páginas, bocadillos que yo no había puesto, cambiaban los nombres... Leía la revista Lily (donde aparecían las aventuras de Esther) y me disgustaba mucho, hasta que dejé de leerlas. En mi casa tengo montones sin leer”, explicó.
La dibujante está restaurando las páginas de Esther de aquella época para que las próximas ediciones sean fieles a los originales. “Hacemos una copia, a cuchilla quito lo que está mal, luego hago los lápices y entinto”, apuntó la artista sobre el proceso de restauración. De la popularidad de Esther surgieron otros personajes, como Gina o Jana (Tina en el original). “Mi personaje preferido es Esther. Gina, con guión de Paco Ortega, era muy divertida pero sólo fueron 50 páginas. Luego vino Tina, que también me gustó, pero Esther es muy entrañable, y prueba de ello es que continúa”, explicó.
Y continúa con guiones de Carlos Portela, quien subió posteriormente al escenario para hablar de la génesis de las nuevas historias de Esther. Según explicó, en el salón de La Coruña se quedaron hablando en una cena sobre series de televisión protagonizadas por mujeres. Tras esa cena, de camino al hotel los responsables de la editorial propusieron a Carlos hacerse cargo del trabajo, y la coincidencia de ideas fue absoluta. Purita quiso dejar claro que la idea de retomar las historias de Esther con 35 años, divorciada y con una hija había sido suya. “Esther es Pura, y evidentemente no voy a hacer nada que a ella no le parezca bien. No obstante, ella me da absoluta libertad y nunca me ha dicho que no a una idea”, explicó el guionista. En un principio, la idea del tándem era hacer un par o tres de libros para cerrar la historia de Esther, pero el éxito de la serie (vendió los 5.000 ejemplares de la primera edición en 23 días) les cogió por sorpresa y ya no se plantean un fin claro de la serie, aunque sí adelantaron que “algún personaje puede morir, porque la muerte forma parte de la vida”, adelantó Carlos.
Respecto a una posible adaptación a la pantalla, grande o pequeña, el guionista (que trabaja en Telecinco) explicó que el formato ideal sería una serie de televisión dada la extensión del mundo de la protagonista. “Lo que tengo claro es que si se hace se haga una cosa digna”, apuntó Purita. “No te preocupes, que estaré yo contigo”, comentó Carlos entre risas. Un dúo que promete ofrecer nuevas sorpresas al numeroso público que les ofreció uno de los aplausos más calurosos de la XV edición de las Jornadas.
viernes, 17 de septiembre de 2010
En la carpa... (III, y con propina)
Ya sabéis que paralelamente a las charlas que tienen lugar en el auditorio de la Casa de Cultura, la carpa de encuentros acoge todas las tardes una serie de presentaciones y conferencias igual de interesantes y que también queremos recoger en este blog. Como ayer no fue posible hacerlo, hoy retomamos por partida doble y resumiremos el contenido de los actos que tuvieron lugar en estas dos últimas jornadas.
JUEVES 16
La actividad en la carpa comenzó con una charla de la multifacética Renee Witterstaetter, que habló sobre su visión del mundo del cómic desde su experiencia como editora para las principales compañías del medio en Estados Unidos y como actual responsable de su propia empresa. Según explicó, su conversión en editora freelance ha supuesto para ella un plus de responsabilidad, ya que de estar en nómina de una empresa ha pasado a que un gran número de personas dependa de ella. "Ahora me toca a mi organizar el trabajo y ocuparme de los pagos a los dibujantes, de los impuestos, de la distribución, del material...". Un gran cambio que ha llegado para ella en un momento en el que el mercado se encuentra en "transición". Para ella, la llegada de las tecnologías al cómic, lejos de suponer una amenaza, ofrece muchas posibilidades para acercar el medio al público. No obstante, reconoció la amenaza que puede suponer la piratería en este sentido.
La segunda de las charlas del jueves corrió a cargo de Ricardo Machuca, el cual realizó un repaso a su carrera como dibujante. Así, habló de su expriencia en los cómics con títulos como Las arenas del tiempo y de sus trabajos de literatura infantil "sin ñoñerías". Machuca reivindicó la importancia del cómic y su dimensión evasiva y de entretenimiento.
Cerró las actividades en la carpa la conferencia de Rafa Vaquer, creador de Johnny Roqueta. Vaquer habló sobre la creación de este personaje en una época en la que descollaban las tribus urbanas. El artista explicó que, más allá de contar las peripecias de Roqueta, su intención era la de contar la historia de un barrio, reflejar la cotidianeidad mediante el humor. En la actualidad, las aventuras de Roqueta se pueden leer en la revista Solo Moto, viñetas en las los vehículos de dos ruedas se han convertido en transmisores para contar nuevas historias.
VIERNES 17
La actividad esta tarde fue aún más intensa. Abrieron fuego Gary Erskine y Fernando Blanco, quienes hablaron sobre su participación en la antología Capitán América: teatro de guerra, una obra de Paul Jenkins para la que contó con la colaboración de diferentes artistas. Cada dibujante participa en una historia diferente, historias que muestran la presencia del Capitán America en diferentes guerras. La historia dibujada por Erskine está ambientada en la Segunda Guerra Mundial y versa sobre el heroísmo anónimo. Está protagonizada por un soldado que se sacrifica para salvar a su pelotón. Por otra parte, la trama dibujada por Fernando Blanco transcurre en Irak y narra la historia de un soldado americano que resulta mutilado en la guerra y las dificultades que se encuentra al regresar a casa. Ambas historias tienen en común que el Capitán América aparece de manera casi testimonial. Fuera de este proyecto, los dos dibujantes tienen sendas historias bélicas en cartera. Así, Fernando Blanco ha dibujado Storming Paradise, que fantasea sobre lo que hubiera podido ocurrir si el lanzamiento de las bombas atómicas por los Estados Unidos hubiera fallado. Por su parte, el proyecto de Gary Erskine se titula Archangel y versa sobre un aviador alemán que no puede salir de la cabina de su aeronave y debe sobrevivir a una misión.
Prosiguió esta tarde en la carpa con la charla de Kiko da Silva acerca de Retranca, la primera revista de humor satírico que se publica en Galicia. Surgida en 2007, Retranca es una publicación completamente independiente, que no recibe ningún tipo de subvención ni ayuda que pueda cohartar su libertad. De hecho, Da Silva explicó que antes de ponerla en marcha encargó un estudio de viabilidad para cerciorarse de que no tendría que depender de la administración de turno para sobrevivir. Poco a poco, la revista se ha hecho un hueco en el mercado gallego. Como buena revista satírica que es, no se ha visto libre de polémicas en alguna ocasión, como la censura de una campaña publicitaria suya en los autobuses de la ciudad de Vigo o los castigos a algunos profesores que utilizaban Retranca para enseñar gallego en las escuelas.
El dibujante Sagar Forniés fue el encargado de tomar el relevo sobre el escenario de la carpa. El artista catalán habló sobre las ilustraciones de uno de sus últimos trabajos, una edición de El mundo perdido de Conan Doyle realizada por Astiberri dentro de su nueva colección de Clásicos Ilustrados.
A continuación, Purita Campos habló de su cómic Gina. La creadora de la inmortal Esther explicó que Gina, que cuenta con guiones de Francisco Ortego, era el reflejo de una época, de como era una chica joven de aquel entonces.
A las siete y media, Vicente Cifuentes habló sobre sus últimos trabajos publicados en España, como Alma, una historia de terror gótico con vampiros escrita por José Antonio Fideu, o Glirenn, libro enmarcado en la saga de Los Reyes Elfos creada por Víctor Santos. Otro de sus últimos trabajos ha sido Señales 1: Sandra, una obra editada por Dibbuks de la que Cifuentes, además de dibujante, ha sido el guionista. Es éste un cómic que muestra una perspectiva mucho más intimista y personal en la obra del autor. Además de sus trabajos para el mercado español, Cifuentes sigue trabajando con regularidad en el mercado americano, tanto en Marvel como en DC. Para ésta última ha trabajado en la serie Green Lantern Corps poniéndole la tinta a los lápices de Adrian Syaf, un trabajo muy elogiado por la crítica.
A continuación, Víctor Santos charló sobre sus últimas publicaciones como guionista, como el mencionado Glirenn, o Silhouette, con dibujo de Jesús Alonso Iglesias. Asimismo, ya como dibujante acaba de ver la luz en España Asquerosamente rica, una obra escrita por Brian Azzarello y en la que Santos ha tenido que realizar un gran trabajo de documentación para ambientar una trama que transcurre en los primeros 60. Este título inaugura una nuevo sello de la editorial DC, Vertigo Crime, una colección que quiere publicar obras dirigidas a un lector aficionado al género negro y no necesariamente seguidor de los cómics, en un formato más pequeño que facilite su distribución en las grandes cadenas comerciales. Santos también habló de su trabajo en las series regulares de Ratones templarios y Witch & Wizard.
Cerró las intervenciones la presentación sorpresa de Enrique Vegas, el tomo recopilatorio de Matris, una edición muy cuidada que cuenta con jugosos extras como bocetos, comentarios del autor sobnre la obra, etc. Asimismo, habló de su última obra, Soy Leyendón, que le confirma como el creador de un género paródico sin igual en el panorama del cómic español.
JUEVES 16
La actividad en la carpa comenzó con una charla de la multifacética Renee Witterstaetter, que habló sobre su visión del mundo del cómic desde su experiencia como editora para las principales compañías del medio en Estados Unidos y como actual responsable de su propia empresa. Según explicó, su conversión en editora freelance ha supuesto para ella un plus de responsabilidad, ya que de estar en nómina de una empresa ha pasado a que un gran número de personas dependa de ella. "Ahora me toca a mi organizar el trabajo y ocuparme de los pagos a los dibujantes, de los impuestos, de la distribución, del material...". Un gran cambio que ha llegado para ella en un momento en el que el mercado se encuentra en "transición". Para ella, la llegada de las tecnologías al cómic, lejos de suponer una amenaza, ofrece muchas posibilidades para acercar el medio al público. No obstante, reconoció la amenaza que puede suponer la piratería en este sentido.
La segunda de las charlas del jueves corrió a cargo de Ricardo Machuca, el cual realizó un repaso a su carrera como dibujante. Así, habló de su expriencia en los cómics con títulos como Las arenas del tiempo y de sus trabajos de literatura infantil "sin ñoñerías". Machuca reivindicó la importancia del cómic y su dimensión evasiva y de entretenimiento.
Cerró las actividades en la carpa la conferencia de Rafa Vaquer, creador de Johnny Roqueta. Vaquer habló sobre la creación de este personaje en una época en la que descollaban las tribus urbanas. El artista explicó que, más allá de contar las peripecias de Roqueta, su intención era la de contar la historia de un barrio, reflejar la cotidianeidad mediante el humor. En la actualidad, las aventuras de Roqueta se pueden leer en la revista Solo Moto, viñetas en las los vehículos de dos ruedas se han convertido en transmisores para contar nuevas historias.
VIERNES 17
La actividad esta tarde fue aún más intensa. Abrieron fuego Gary Erskine y Fernando Blanco, quienes hablaron sobre su participación en la antología Capitán América: teatro de guerra, una obra de Paul Jenkins para la que contó con la colaboración de diferentes artistas. Cada dibujante participa en una historia diferente, historias que muestran la presencia del Capitán America en diferentes guerras. La historia dibujada por Erskine está ambientada en la Segunda Guerra Mundial y versa sobre el heroísmo anónimo. Está protagonizada por un soldado que se sacrifica para salvar a su pelotón. Por otra parte, la trama dibujada por Fernando Blanco transcurre en Irak y narra la historia de un soldado americano que resulta mutilado en la guerra y las dificultades que se encuentra al regresar a casa. Ambas historias tienen en común que el Capitán América aparece de manera casi testimonial. Fuera de este proyecto, los dos dibujantes tienen sendas historias bélicas en cartera. Así, Fernando Blanco ha dibujado Storming Paradise, que fantasea sobre lo que hubiera podido ocurrir si el lanzamiento de las bombas atómicas por los Estados Unidos hubiera fallado. Por su parte, el proyecto de Gary Erskine se titula Archangel y versa sobre un aviador alemán que no puede salir de la cabina de su aeronave y debe sobrevivir a una misión.
Prosiguió esta tarde en la carpa con la charla de Kiko da Silva acerca de Retranca, la primera revista de humor satírico que se publica en Galicia. Surgida en 2007, Retranca es una publicación completamente independiente, que no recibe ningún tipo de subvención ni ayuda que pueda cohartar su libertad. De hecho, Da Silva explicó que antes de ponerla en marcha encargó un estudio de viabilidad para cerciorarse de que no tendría que depender de la administración de turno para sobrevivir. Poco a poco, la revista se ha hecho un hueco en el mercado gallego. Como buena revista satírica que es, no se ha visto libre de polémicas en alguna ocasión, como la censura de una campaña publicitaria suya en los autobuses de la ciudad de Vigo o los castigos a algunos profesores que utilizaban Retranca para enseñar gallego en las escuelas.
El dibujante Sagar Forniés fue el encargado de tomar el relevo sobre el escenario de la carpa. El artista catalán habló sobre las ilustraciones de uno de sus últimos trabajos, una edición de El mundo perdido de Conan Doyle realizada por Astiberri dentro de su nueva colección de Clásicos Ilustrados.
A continuación, Purita Campos habló de su cómic Gina. La creadora de la inmortal Esther explicó que Gina, que cuenta con guiones de Francisco Ortego, era el reflejo de una época, de como era una chica joven de aquel entonces.
A las siete y media, Vicente Cifuentes habló sobre sus últimos trabajos publicados en España, como Alma, una historia de terror gótico con vampiros escrita por José Antonio Fideu, o Glirenn, libro enmarcado en la saga de Los Reyes Elfos creada por Víctor Santos. Otro de sus últimos trabajos ha sido Señales 1: Sandra, una obra editada por Dibbuks de la que Cifuentes, además de dibujante, ha sido el guionista. Es éste un cómic que muestra una perspectiva mucho más intimista y personal en la obra del autor. Además de sus trabajos para el mercado español, Cifuentes sigue trabajando con regularidad en el mercado americano, tanto en Marvel como en DC. Para ésta última ha trabajado en la serie Green Lantern Corps poniéndole la tinta a los lápices de Adrian Syaf, un trabajo muy elogiado por la crítica.
A continuación, Víctor Santos charló sobre sus últimas publicaciones como guionista, como el mencionado Glirenn, o Silhouette, con dibujo de Jesús Alonso Iglesias. Asimismo, ya como dibujante acaba de ver la luz en España Asquerosamente rica, una obra escrita por Brian Azzarello y en la que Santos ha tenido que realizar un gran trabajo de documentación para ambientar una trama que transcurre en los primeros 60. Este título inaugura una nuevo sello de la editorial DC, Vertigo Crime, una colección que quiere publicar obras dirigidas a un lector aficionado al género negro y no necesariamente seguidor de los cómics, en un formato más pequeño que facilite su distribución en las grandes cadenas comerciales. Santos también habló de su trabajo en las series regulares de Ratones templarios y Witch & Wizard.
Cerró las intervenciones la presentación sorpresa de Enrique Vegas, el tomo recopilatorio de Matris, una edición muy cuidada que cuenta con jugosos extras como bocetos, comentarios del autor sobnre la obra, etc. Asimismo, habló de su última obra, Soy Leyendón, que le confirma como el creador de un género paródico sin igual en el panorama del cómic español.
Ivan Reis, el dibujo como diversión
Con su simpatía y su manera de mezclar español y portugués como si no costara, el brasileño Iván Reis se metió esta tarde al público de la Casa de Cultura en el bolsillo. Es uno de los autores de moda del panorama estadounidense, status que ha alcanzado después de una amplia trayectoria que comenzó con sólo 14 años, dibujando muchos muertos para editoriales independientes que quebraron antes de que llegara a cobrar. Una de ellas fue la de Brian Pulido, que, según explicó Reis, cuando supo que iba a quebrar intentó colocar a todos sus dibujantes en otras empresas. “Me dio todas las posibilidades para crecer como artista, de experimentar con técnicas y aprender mucho. Un dibujante mediocre en una editorial pequeña es un gran artista, y así pasó conmigo”, explicó. Sobre la quiebra de la editorial, Reis quiso dejar claro que se debió a problemas económicos y de mercado, “no porque Brian fuera una persona deshonesta”.
En 2004 por fin aterrizó en Action Comics en DC. Uno de sus personajes más queridos es Linterna Verde, con el que se sintió muy libre a la hora de trabajar junto al guionista Geoff Johns. “No dibujo porque sea una profesión, dibujo porque es una pasión, y realmente disfruté mucho dibujando Linterna Verde”, afirmó. Su relación con el guionista fue estupenda, ya que Johns encontró en él a un dibujante capaz de reflejar sobre el papel cualquier cosa que se le ocurriera. Ese proyecto catapultó su trabajo en la editorial y, de hecho, Reis es consciente de haber marcado una época con el personaje, aunque intenta no pensar realmente en ello. “¡Es maluco, demasiada presión!”, comentó durante la charla que protagonizó en el auditorio de la Casa de Cultura.
El dibujante explicó que cuando comenzó a trabajar con Linterna Verde no esperaba la repercusión que luego tuvo, simplemente quería divertirse como en los tiempos que empezaba a dibujar leyendo los cómics de Conan. Para captar toda esta emoción, Reis explicó que no se leía todo el guión entero, sino que trabajaba con cada página con la misma emoción. Fue una vuelta a los orígenes, a los muertos que le habían dado fama: la serie Blackest Nights, en la que Reis vivió una gran presión. Eran 22 páginas al mes en las que el dibujante quería no sólo dibujar, sino “impresionar”. Por eso para él es tan importante el trabajo con su entintador habitual, Oclair Albert, que no obstante necesitó el apoyo de Joe Prado para terminar sus páginas a tiempo. “Tienes que confiar en tu entintador, porque al final es el responsable de lo que el público va a ver. Un entintador puede tanto empeorar como mejorar tu trabajo”, apuntó Iván Reis. En la actualidad se encuentra trabajando en la serie Brightest Days, trabajo que él considera “unas vacaciones”.
En 2004 por fin aterrizó en Action Comics en DC. Uno de sus personajes más queridos es Linterna Verde, con el que se sintió muy libre a la hora de trabajar junto al guionista Geoff Johns. “No dibujo porque sea una profesión, dibujo porque es una pasión, y realmente disfruté mucho dibujando Linterna Verde”, afirmó. Su relación con el guionista fue estupenda, ya que Johns encontró en él a un dibujante capaz de reflejar sobre el papel cualquier cosa que se le ocurriera. Ese proyecto catapultó su trabajo en la editorial y, de hecho, Reis es consciente de haber marcado una época con el personaje, aunque intenta no pensar realmente en ello. “¡Es maluco, demasiada presión!”, comentó durante la charla que protagonizó en el auditorio de la Casa de Cultura.
El dibujante explicó que cuando comenzó a trabajar con Linterna Verde no esperaba la repercusión que luego tuvo, simplemente quería divertirse como en los tiempos que empezaba a dibujar leyendo los cómics de Conan. Para captar toda esta emoción, Reis explicó que no se leía todo el guión entero, sino que trabajaba con cada página con la misma emoción. Fue una vuelta a los orígenes, a los muertos que le habían dado fama: la serie Blackest Nights, en la que Reis vivió una gran presión. Eran 22 páginas al mes en las que el dibujante quería no sólo dibujar, sino “impresionar”. Por eso para él es tan importante el trabajo con su entintador habitual, Oclair Albert, que no obstante necesitó el apoyo de Joe Prado para terminar sus páginas a tiempo. “Tienes que confiar en tu entintador, porque al final es el responsable de lo que el público va a ver. Un entintador puede tanto empeorar como mejorar tu trabajo”, apuntó Iván Reis. En la actualidad se encuentra trabajando en la serie Brightest Days, trabajo que él considera “unas vacaciones”.
J. H. Williams III, el triunfo de la perseverancia
Considerado uno de los mejores portadistas de los Estados Unidos y uno de los dibujantes con un estilo y diseño de página más peronales, J. H. Williams III sorprendió al personal que se acercó esta tarde al auditorio de la Casa de Cultura confesando que es un artista casi enteramente autodidacta. Tan sólo la influencia de unas clases de diseño para publicidad, disciplina en la que la idea es más importante que la factura del dibujo, se deja notar en su trabajo.
Williams relató sus inicios. “Me pasé muchos años con una carpeta de muestras para los editores de todas las compañías. Todos me indicaban mis errores y querían que dibujase como el dibujante popular del momento. Así que yo preparaba nuevas muestras basadas en sus comentarios, pero al año siguiente el dibujante de moda ya no lo estaba. Entonces decidí que estaba harto de intentar imitar a nadie y empecé a preparar dos proyectos en mi propio estilo que presenté en editoriales independientes. En una convención cerca de San Francisco, el guionista de una de las historias se puso en contacto con el artista Howard Chaykin, fui a hablar con él y le pedí una crítica sincera. Es un tipo con una personalidad dura, gruñón, aunque en el fondo adorable. Le insistí y viñeta por viñeta me decía ‘esto está bien, esto es una mierda’. Cuando llegábamos a viñetas con soluciones más experimentales, él me preguntaba por lo que no entendía unas cosas y yo siempre tenía respuesta para todo. Vio que me lo tomaba en serio, así que en un momento dado, se acercó al stand de DC y en voz alta comenzó a comentar que quería que me dieran trabajo. Dijo que eran las muestras más profesionales había visto en muchos años entre los aficionados. Muchos editores me dieron su tarjeta, pero conseguir un primer encargo me costó 80 llamadas más. Aprendí que si no hubiese sido por él habría tardado mucho más, pero aun con su apoyo necesitas tener mucha perseverancia, seguir en contacto con la gente porque no eres el único que quiere conseguir trabajo. Cuando a un editor le falla un dibujante pensará en el que le deja 20 mensajes en el contestador antes que en otro. Si no insistes habrá otra gente que al final se quede con el trabajo”, explicó.
Pero muchos años antes había venido la decisión de dedicarse al dibujo profesionalmente, exactamente cuando tenía diez años. Obsesionado desde pequeño con unas figuras de juguete japonesas, Los Micronautas, y lector de varias series de cómics, de pequeño le gustaba dibujar. Pero no fue hasta que se topó con el número uno del cómic de sus juguetes favoritos cuando se dio cuenta de lo maravilloso del medio.
Williams explicó que la conquista de su propio estilo fue cuestión de tiempo. “Fue un proceso orgánico, nada planeado”. Promethea es uno de sus trabajos con una mayor repercusión, dentro de la línea America Bests Comics, con guiones de Allan Moore. El editor Scott Dunbier le ofreció el trabajo. “Él fue sincero conmigo y me dijo que yo no había sido su primera opción, pero Alex Ross y Todd Klein no hacían más que decirle que me lo ofrecieran, lo que me sorprendió porque no les conocía. Envié unas muestras a Alan Moore para que viera mi trabajo y dos semanas después Scott me llamó para ofrecerme Promethea. En un principio le dije que necesitaba tiempo para pensarlo. Cuando colgué el teléfono me dio un chungo. Consulté con mi mujer durante unos días y al final respondí que sí, y creo que ha sido uno de las mejores decisiones que tomé en mi vida. Años después, Scott me comentó que no se imaginaba el proyecto sin mi dibujo. Fue muy gratificante para mí, significó como cerrar el círculo”, relató. Una sabia decisión, sin duda.
Williams relató sus inicios. “Me pasé muchos años con una carpeta de muestras para los editores de todas las compañías. Todos me indicaban mis errores y querían que dibujase como el dibujante popular del momento. Así que yo preparaba nuevas muestras basadas en sus comentarios, pero al año siguiente el dibujante de moda ya no lo estaba. Entonces decidí que estaba harto de intentar imitar a nadie y empecé a preparar dos proyectos en mi propio estilo que presenté en editoriales independientes. En una convención cerca de San Francisco, el guionista de una de las historias se puso en contacto con el artista Howard Chaykin, fui a hablar con él y le pedí una crítica sincera. Es un tipo con una personalidad dura, gruñón, aunque en el fondo adorable. Le insistí y viñeta por viñeta me decía ‘esto está bien, esto es una mierda’. Cuando llegábamos a viñetas con soluciones más experimentales, él me preguntaba por lo que no entendía unas cosas y yo siempre tenía respuesta para todo. Vio que me lo tomaba en serio, así que en un momento dado, se acercó al stand de DC y en voz alta comenzó a comentar que quería que me dieran trabajo. Dijo que eran las muestras más profesionales había visto en muchos años entre los aficionados. Muchos editores me dieron su tarjeta, pero conseguir un primer encargo me costó 80 llamadas más. Aprendí que si no hubiese sido por él habría tardado mucho más, pero aun con su apoyo necesitas tener mucha perseverancia, seguir en contacto con la gente porque no eres el único que quiere conseguir trabajo. Cuando a un editor le falla un dibujante pensará en el que le deja 20 mensajes en el contestador antes que en otro. Si no insistes habrá otra gente que al final se quede con el trabajo”, explicó.
Pero muchos años antes había venido la decisión de dedicarse al dibujo profesionalmente, exactamente cuando tenía diez años. Obsesionado desde pequeño con unas figuras de juguete japonesas, Los Micronautas, y lector de varias series de cómics, de pequeño le gustaba dibujar. Pero no fue hasta que se topó con el número uno del cómic de sus juguetes favoritos cuando se dio cuenta de lo maravilloso del medio.
Williams explicó que la conquista de su propio estilo fue cuestión de tiempo. “Fue un proceso orgánico, nada planeado”. Promethea es uno de sus trabajos con una mayor repercusión, dentro de la línea America Bests Comics, con guiones de Allan Moore. El editor Scott Dunbier le ofreció el trabajo. “Él fue sincero conmigo y me dijo que yo no había sido su primera opción, pero Alex Ross y Todd Klein no hacían más que decirle que me lo ofrecieran, lo que me sorprendió porque no les conocía. Envié unas muestras a Alan Moore para que viera mi trabajo y dos semanas después Scott me llamó para ofrecerme Promethea. En un principio le dije que necesitaba tiempo para pensarlo. Cuando colgué el teléfono me dio un chungo. Consulté con mi mujer durante unos días y al final respondí que sí, y creo que ha sido uno de las mejores decisiones que tomé en mi vida. Años después, Scott me comentó que no se imaginaba el proyecto sin mi dibujo. Fue muy gratificante para mí, significó como cerrar el círculo”, relató. Una sabia decisión, sin duda.
Jock, puro talento británico
La segunda de las charlas que esta tarde albergó la Casa de Cultura corrió a cargo del artista británico Jock, uno de los nombres propios de una industria, la británica, de la que no dejan de surgir grandes autores. Sobre la razón de esta explosión de talento, Jock aseguró no tener ni idea, aunque sí que subrayó la importancia de la influencia de la revista 2000 AD sobre toda esta serie de nuevos autores. Según apuntó, en respuesta a esta pregunta Andy Diggle (con el que firma la exitosa serie The Losers y que finalmente no pudo venir a Avilés por un problema familiar) suele argumentar que los autores británicos son más cínicos que los americanos y tienen una relación con sus influencias mucho más irrespetuosa.
El primer trabajo de Jock para el cómic fue, precisamente, para 2000 AD. Y su primera historia fue, también precisamente, para Andy Diggle, con el personaje del Juez Dredd. Editor por aquel entonces, Diggle pasó a convertirse el guionista de gran parte de la producción de Jock a raíz de un guión que escribió como una manera de ahorrar costes para el número del décimo aniversario de la revista Juez Dredd, cuya mayor parte del presupuesto se iba a dedicar a pagar una portada especial de Frank Miller (que finalmente no se publicó). Pero resultó que el guión tuvo éxito, y la historia fue dibujada por Jock, lo que supuso un punto de arranque de una sólida relación profesional.
El buen hacer de Jock en las series británicas le permitió recalar en el mercado estadounidense. “Lo que hay que hacer es seguir el estilo propio de cada uno, hacer lo que a uno le guste, y es lo que he intentado siempre. En Vértigo hay espacio para estilos más personales que en el universo DC tradicional, y si ese estilo funciona al final consigues que te ofrezcan también proyectos de superhéroes”, explicó. Y así llegó The Losers. Diggle presentó el proyecto a Vértigo y los editores, tras aceptar la propuesta, pensaron en Jock para hacerse cargo del dibujo. Lo que iba a ser una serie limitada se convirtió en un trabajo regular. En total se publicaron 32 números. “Dimos lo mejor de nosotros mismos en la serie y la respuesta fue muy buena”, comentó. De hecho, se ha rodado una versión cinematográfica cuyo estreno en España está previsto para el mes de noviembre. “La primera vez que la vi fue sentí que era una situación surrealista, no la podría describir con palabras. El tono de la peli es muy diferente al cómic, con mucho más humor y menos política. Lo que fue alucinante fue la visita que hicimos al set de rodaje meses antes y verme rodeado de los personajes que habíamos imaginado, con los actores llamándose por el nombre de sus personajes. Para mí es una película entretenida, aunque bastantes personas me han dicho que los cómics están mejor, aunque esté mal que yo lo diga”, afirmó. No obstante, la implicación tanto de Jock como de Diggle en el desarrollo de la película fue bastante limitada, algo con lo que el dibujante se encuentra muy conforme. Según explicó, The Losers surgió en parte como respuesta a la política exterior de Bush, y algunas de las cosas que hicieron en la serie sorprendieron incluso al propio Jock, como la portada de la jeringuilla que inyecta la bandera de Estados Unidos en un mapa de Irak. “Nos sorprendió que nos dejaran publicarla, pero lo cierto es que les pareció fantástica”.
La adaptación de The Losers no ha sido el único contacto de Jock con el mundo del cine. Desde hace un par de años viene trabajando en varios proyectos, aunque lo primero que hizo fue Batman Begins. Más recientemente, ha trabajado en el remake de Dune y ahora es el diseñador jefe de Juez Dredd y está trabajando en Hundir la flota, donde uno de los bandos estará compuesto por aliens. Y esto sin parar de trabajar en el mundo del cómic. Junto con Diggle llevó a cabo Green Arrow-Año Uno, una petición que realizaron a DC directamente. Se trata de una serie que aborda el origen del personaje. “Queríamos coger a uno de los personajes más importantes de la editorial y dejar nuestro sello en él”, apuntó.
Sobre su técnica a la hora de abordar la hoja en blanco, Jock comentó que “es cuestión de suerte cómo enfoco cada proyecto. Las páginas interiores me salen de manera más instintiva, pero en las portadas intento crear una imagen que resuma el contenido del tebeo de una manera que no se haya hecho antes, de una forma original y divertida”.
El primer trabajo de Jock para el cómic fue, precisamente, para 2000 AD. Y su primera historia fue, también precisamente, para Andy Diggle, con el personaje del Juez Dredd. Editor por aquel entonces, Diggle pasó a convertirse el guionista de gran parte de la producción de Jock a raíz de un guión que escribió como una manera de ahorrar costes para el número del décimo aniversario de la revista Juez Dredd, cuya mayor parte del presupuesto se iba a dedicar a pagar una portada especial de Frank Miller (que finalmente no se publicó). Pero resultó que el guión tuvo éxito, y la historia fue dibujada por Jock, lo que supuso un punto de arranque de una sólida relación profesional.
El buen hacer de Jock en las series británicas le permitió recalar en el mercado estadounidense. “Lo que hay que hacer es seguir el estilo propio de cada uno, hacer lo que a uno le guste, y es lo que he intentado siempre. En Vértigo hay espacio para estilos más personales que en el universo DC tradicional, y si ese estilo funciona al final consigues que te ofrezcan también proyectos de superhéroes”, explicó. Y así llegó The Losers. Diggle presentó el proyecto a Vértigo y los editores, tras aceptar la propuesta, pensaron en Jock para hacerse cargo del dibujo. Lo que iba a ser una serie limitada se convirtió en un trabajo regular. En total se publicaron 32 números. “Dimos lo mejor de nosotros mismos en la serie y la respuesta fue muy buena”, comentó. De hecho, se ha rodado una versión cinematográfica cuyo estreno en España está previsto para el mes de noviembre. “La primera vez que la vi fue sentí que era una situación surrealista, no la podría describir con palabras. El tono de la peli es muy diferente al cómic, con mucho más humor y menos política. Lo que fue alucinante fue la visita que hicimos al set de rodaje meses antes y verme rodeado de los personajes que habíamos imaginado, con los actores llamándose por el nombre de sus personajes. Para mí es una película entretenida, aunque bastantes personas me han dicho que los cómics están mejor, aunque esté mal que yo lo diga”, afirmó. No obstante, la implicación tanto de Jock como de Diggle en el desarrollo de la película fue bastante limitada, algo con lo que el dibujante se encuentra muy conforme. Según explicó, The Losers surgió en parte como respuesta a la política exterior de Bush, y algunas de las cosas que hicieron en la serie sorprendieron incluso al propio Jock, como la portada de la jeringuilla que inyecta la bandera de Estados Unidos en un mapa de Irak. “Nos sorprendió que nos dejaran publicarla, pero lo cierto es que les pareció fantástica”.
La adaptación de The Losers no ha sido el único contacto de Jock con el mundo del cine. Desde hace un par de años viene trabajando en varios proyectos, aunque lo primero que hizo fue Batman Begins. Más recientemente, ha trabajado en el remake de Dune y ahora es el diseñador jefe de Juez Dredd y está trabajando en Hundir la flota, donde uno de los bandos estará compuesto por aliens. Y esto sin parar de trabajar en el mundo del cómic. Junto con Diggle llevó a cabo Green Arrow-Año Uno, una petición que realizaron a DC directamente. Se trata de una serie que aborda el origen del personaje. “Queríamos coger a uno de los personajes más importantes de la editorial y dejar nuestro sello en él”, apuntó.
Sobre su técnica a la hora de abordar la hoja en blanco, Jock comentó que “es cuestión de suerte cómo enfoco cada proyecto. Las páginas interiores me salen de manera más instintiva, pero en las portadas intento crear una imagen que resuma el contenido del tebeo de una manera que no se haya hecho antes, de una forma original y divertida”.
"¡Ah!, ¿pero esto se puede hacer?"
La frase que da título a esta entrada era la principal reacción que una serie de autores españoles surgidos a finales de los 60 primeros de los 70 provocó sobre miles de lectores que contemplaron con sorpresa la irrupción de obras completamente diferentes a las que se destilaban en esos años en los kioscos españoles. Era una generación que llamaba la atención tanto por su trabajo como por su principal reivindicación, la autoría. Su huella ha quedado marcada en las nuevas oleadas de dibujantes, que beben directamente de los logros alcanzados por nombres como los de Luis García, Marika o Miguel Calatayud. Esta tarde, estos tres nombres protagonizaron una charla dedicada a la primera gran generación de autores del cómic español, La generación más guapa.
Recordando aquellos años, Luis García rememoró la lucha de estos dibujantes por el reconocimiento no sólo de los lectores, sino de los propios compañeros del medio que, al contemplar su trabajo, decían “esto no es historieta”. García puso a Calatayud como “ejemplo de autor que no se había prostituido antes por derroteros comerciales.
Por su parte, Marika se refirió a su experiencia no sólo como autora, sino como mujer. “En el caso de las mujeres dibujantes el camino marcado era el cómic romántico. Cuando te movías de ahí para defender el medio, te colocabas en una postura que desde dentro de la profesión se veía con escepticismo. Era una apuesta arriesgada, y si además como mujer querías expresar tus problemas te decían que hacías un panfleto feminista. Era abrir un camino continuamente”, relató.
Miguel Calatayud confesó por su parte que al intervenir en cualquier certamen de cómics se siente siempre “como un intruso”. “Yo me hubiera dedicado completamente a esto si hubiera encontrado una editorial que me publicara siempre. Es el trabajo peor pagado del mundo, pero entiendo a esos compañeros que se dedican en cuerpo y alma al cómic, ya que es superior al medio cinematográfico, ya que el dibujante de cómics tiene todo el poder en sus manos. He hecho poco cómic, y no lo hice ni como criterio de innovación ni nada, sino porque era lo único que sabía hacer, tintas planas y demás”, apuntó. Calatayud recordó los tiempos de la revista Trinca y cómo sus historias se situaban siempre las últimas entre la preferencia del público. “Peter Petrake no gustaba nada, pero el personaje sobrevivió porque convencí al jesuita que dirigía la revista que tenía que mantenerlo porque solucionaba el marrón de esa última posición”, comentó entre risas. Una vez desaparecida Trinca, las incursiones de Calatayud en el mundo del cómic fueron mucho más esporádicas. Defensor de la autoría y del hecho cultural, Calatayud confesó no entender fenómenos como el manga, que suponen una renuncia del autor a su propio estilo.
Luis García se refirió a otro condicionante del trabajo del dibujante en aquellos años, como fue la aparición de teóricos del medio. “Eso nos supuso una mayor responsabilidad respecto a un trabajo que realizábamos de una manera muy despreocupada”, explicó. Los cambios políticos del momento también influyeron en el mundo del cómic y en el trabajo de los autores. De todas maneras, Marika quiso poner un punto optimista y comentó que en la actualidad ve ecos de ese espíritu con el que ellos irrumpieron en los 70, un aumento del respeto por el medio y el trabajo de los autores. En definitiva, a la pregunta “¿pero esto se puede hacer?” no cabe otra respuesta: “pues sí, se puede hacer”.
Recordando aquellos años, Luis García rememoró la lucha de estos dibujantes por el reconocimiento no sólo de los lectores, sino de los propios compañeros del medio que, al contemplar su trabajo, decían “esto no es historieta”. García puso a Calatayud como “ejemplo de autor que no se había prostituido antes por derroteros comerciales.
Por su parte, Marika se refirió a su experiencia no sólo como autora, sino como mujer. “En el caso de las mujeres dibujantes el camino marcado era el cómic romántico. Cuando te movías de ahí para defender el medio, te colocabas en una postura que desde dentro de la profesión se veía con escepticismo. Era una apuesta arriesgada, y si además como mujer querías expresar tus problemas te decían que hacías un panfleto feminista. Era abrir un camino continuamente”, relató.
Miguel Calatayud confesó por su parte que al intervenir en cualquier certamen de cómics se siente siempre “como un intruso”. “Yo me hubiera dedicado completamente a esto si hubiera encontrado una editorial que me publicara siempre. Es el trabajo peor pagado del mundo, pero entiendo a esos compañeros que se dedican en cuerpo y alma al cómic, ya que es superior al medio cinematográfico, ya que el dibujante de cómics tiene todo el poder en sus manos. He hecho poco cómic, y no lo hice ni como criterio de innovación ni nada, sino porque era lo único que sabía hacer, tintas planas y demás”, apuntó. Calatayud recordó los tiempos de la revista Trinca y cómo sus historias se situaban siempre las últimas entre la preferencia del público. “Peter Petrake no gustaba nada, pero el personaje sobrevivió porque convencí al jesuita que dirigía la revista que tenía que mantenerlo porque solucionaba el marrón de esa última posición”, comentó entre risas. Una vez desaparecida Trinca, las incursiones de Calatayud en el mundo del cómic fueron mucho más esporádicas. Defensor de la autoría y del hecho cultural, Calatayud confesó no entender fenómenos como el manga, que suponen una renuncia del autor a su propio estilo.
Luis García se refirió a otro condicionante del trabajo del dibujante en aquellos años, como fue la aparición de teóricos del medio. “Eso nos supuso una mayor responsabilidad respecto a un trabajo que realizábamos de una manera muy despreocupada”, explicó. Los cambios políticos del momento también influyeron en el mundo del cómic y en el trabajo de los autores. De todas maneras, Marika quiso poner un punto optimista y comentó que en la actualidad ve ecos de ese espíritu con el que ellos irrumpieron en los 70, un aumento del respeto por el medio y el trabajo de los autores. En definitiva, a la pregunta “¿pero esto se puede hacer?” no cabe otra respuesta: “pues sí, se puede hacer”.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Templesmith, el dibujante total
“Mis padres se conocieron, hicieron esa cosa que a veces hacen las personas que se caen bien y entonces existí yo”. Así narró Ben Templesmith esta tarde en la Casa de Cultura su llegada a este mundo antes de convertirse en uno de los autores más personales del mercado americano. Antes de recalar en el cómic de la mano de Hell Spawn, Templesmith se dedicaba a hacer cosas como el diseño de las chapas de los Boy Scouts, lo que explica que acabara dándose a conocer en un cómic de vampiros como 30 días de noche. Lo hizo de la mano del guionista Steve Niles, obra que luego se llevó a la gran pantalla con el espectacular éxito que todos conocemos. La idea sí que se había explorado en alguna ocasión, no era completamente nueva, pero el tratamiento visual del cómic acabó por convencer a los productores que años después la llevaron al cine. Aficionado al cine de mostruos y atmósferas tenebrosas, como Alien o La Cosa, Templesmith renegó del cine de psicópatas y asesinos en serie tan de moda últimamente.
El dibujante, excelente portadista, explicó su proceso de creación. “Una buena portada tiene que comunicar lo que hay dentro del tebeo, no lo tiene que enseñar, sino ser una imagen simbólica del interior que capte la atención del lector. Para eso hay que utilizar las ilustraciones. Me gusta jugar con el espacio negativo, los contornos, la luz. Hago lápiz, tinta y color. El 80% de mis obras están hechas a mano, para lo único que utilizo el ordenador es para incluir capas y texturas que primero fotografío. Mi proceso es distinto a otros autores, que me dicen que son dibujantes cuando sólo hacen el lápiz, mientras que yo lo hago todo, ¡no me fastidies!”, explicó Ben con ironía. El artista australiano se definió como un dibujante bastante rápido, capaz de hacer dos o tres páginas al día “si no tengo vida, pero la suerte es que no tengo vida propia, así que no hay problema. No, es broma”, comentó entre risas.
Últimamente sus colaboraciones con Niles son inexistentes. “Llegó un punto en el que tenía ganas de trabajar con mis propios guiones”, explicó dejando entrever su disgusto por haber trabajado con él en series de las que no era coautor. Así llegaron obras personales como Wormwood, aunque sin renunciar a trabajos de encargo con guionistas como Frank Beddor y Liz Cavalier en Hatter.
A la hora de dibujar, comentó que en ocasiones se utiliza como modelo, aunque lo más importante para aportar la gestualidad a sus personajes es para él conocer los diálogos. Sus influencias van del mundo del cómic, como Ashley Wood o Mike Mignola, al de la pintura, como Gustav Klimt, un abanico heterogéneo que de una u otra manera se traslada a sus viñetas. Harto de vampiros, recayó en otra historia del género, aunque en esta ocasión escrita por él, Nieve Roja, una especie de precuela de 30 días de noche cuyo estilo gráfico es el que le hubiera gustado aplicar a la serie en sus inicios. Entre sus extrañezas, un libro de retratos de los presidentes de los Estados Unidos bajo su particular tamiz. Se trata de una de las obras de las que se muestra más satisfecho.
Respecto a una sus últimas obras de mayor éxito, Fell, Templesmith manifestó “es casi el trabajo del que me encuentro más orgulloso”. Realizado junto con el guionista Warren Ellis, en la actualidad el futuro de la serie no está muy claro, pero eso no quita para que el dibujante australiano, encantado con su experiencia con Ellis, manifestase que “quiero un hijo suyo”. Pero antes de eso, tendrá que terminar sus actuales proyectos, de los que sabremos más cosas pronto.
El dibujante, excelente portadista, explicó su proceso de creación. “Una buena portada tiene que comunicar lo que hay dentro del tebeo, no lo tiene que enseñar, sino ser una imagen simbólica del interior que capte la atención del lector. Para eso hay que utilizar las ilustraciones. Me gusta jugar con el espacio negativo, los contornos, la luz. Hago lápiz, tinta y color. El 80% de mis obras están hechas a mano, para lo único que utilizo el ordenador es para incluir capas y texturas que primero fotografío. Mi proceso es distinto a otros autores, que me dicen que son dibujantes cuando sólo hacen el lápiz, mientras que yo lo hago todo, ¡no me fastidies!”, explicó Ben con ironía. El artista australiano se definió como un dibujante bastante rápido, capaz de hacer dos o tres páginas al día “si no tengo vida, pero la suerte es que no tengo vida propia, así que no hay problema. No, es broma”, comentó entre risas.
Últimamente sus colaboraciones con Niles son inexistentes. “Llegó un punto en el que tenía ganas de trabajar con mis propios guiones”, explicó dejando entrever su disgusto por haber trabajado con él en series de las que no era coautor. Así llegaron obras personales como Wormwood, aunque sin renunciar a trabajos de encargo con guionistas como Frank Beddor y Liz Cavalier en Hatter.
A la hora de dibujar, comentó que en ocasiones se utiliza como modelo, aunque lo más importante para aportar la gestualidad a sus personajes es para él conocer los diálogos. Sus influencias van del mundo del cómic, como Ashley Wood o Mike Mignola, al de la pintura, como Gustav Klimt, un abanico heterogéneo que de una u otra manera se traslada a sus viñetas. Harto de vampiros, recayó en otra historia del género, aunque en esta ocasión escrita por él, Nieve Roja, una especie de precuela de 30 días de noche cuyo estilo gráfico es el que le hubiera gustado aplicar a la serie en sus inicios. Entre sus extrañezas, un libro de retratos de los presidentes de los Estados Unidos bajo su particular tamiz. Se trata de una de las obras de las que se muestra más satisfecho.
Respecto a una sus últimas obras de mayor éxito, Fell, Templesmith manifestó “es casi el trabajo del que me encuentro más orgulloso”. Realizado junto con el guionista Warren Ellis, en la actualidad el futuro de la serie no está muy claro, pero eso no quita para que el dibujante australiano, encantado con su experiencia con Ellis, manifestase que “quiero un hijo suyo”. Pero antes de eso, tendrá que terminar sus actuales proyectos, de los que sabremos más cosas pronto.
La autenticidad de R. M. Guéra
Confesaba esta tarde R. M. Guéra que para él y el resto de autores de su generación el cómic era “casi un vicio, una atracción de la que no pudimos escapar”. Un vicio que le ha traído a Avilés para protagonizar la tercera de las charlas del día.
Para el autor balcánico, vivimos un momento crítico en la existencia del tebeo que finalmente acabarán ganando las viñetas, el autor, más allá de las diferentes escuelas. El cómic es para el autor de Scalped un medio para expresarse que prescinde cada vez más de los géneros tradicionales, algo por lo que se felicita. Como el resto de autores, Guéra relató sus inicios en el medio, que vinieron de la mano de westerns que beben de fuentes como Blueberry o los trabajos de Moebius. Escapando de la guerra, el artista recaló en Barcelona. Comenzó a trabajar para Toutain, pero para subsistir tuvo que dedicarse a la publicidad y a la animación, hasta que le reclamaron del mercado francés.
Amante de la música (es guitarrista), tiene en cartera un trabajo llamado Smoky John que se remite a los principios del blues y que espera que acabe siendo publicado por Delcourt. “Casi nada en mi vida salió por iniciativa propia, sino por circunstancias que hacen tomar decisiones naturales para mí”, comentó. Y una de esas decisiones naturales le condujo al final a recalar en el medio por el que él siempre suspiró, el cómic. “Intento sentir lo que hago, lo que dibujo, quiero trasladarme al lugar donde ocurren los guiones, y cuando lo consigo ya está en mi cabeza y realmente no me cuesta dibujarlo”, explicó. Esa autenticidad la echa en falta en muchos de los cómics de superhéroes. “Son personajes que están muy bien dibujados, con una técnica muy avanzada, pero les falta el alma, la sensibilidad que te empuja a pasar cada página”, resaltó Guéra volviendo al tema de las escuelas de dibujo, que en su opinión coartan la autenticidad de los dibujantes.
Respecto a Scalped, a su crudeza, anunció que próximamente habrá sitio para la esperanza, una esperanza “adecuada a la historia”. Guéra llegó a la serie gracias a los contactos que le había proporcionado Igor Kordey para entrar en el mercado americano. Hoy, la simbiosis alcanzada con Jason Aaron, el guionista de la serie, ha llegado a tal punto que “la historia se realiza por sí sola”. Su final está pensado para más o menos el número 80, aunque todavía no hay nada decidido, adelantó el dibujante. En el horizonte, Guéra se ve a los lápices de un superhéroe, un género que ve un tanto agotado pero del que ve indicios de que puede mejorar. “El mundo está cambiando, no sé qué es, pero me parece bueno”, concluyó el dibujante.
Para el autor balcánico, vivimos un momento crítico en la existencia del tebeo que finalmente acabarán ganando las viñetas, el autor, más allá de las diferentes escuelas. El cómic es para el autor de Scalped un medio para expresarse que prescinde cada vez más de los géneros tradicionales, algo por lo que se felicita. Como el resto de autores, Guéra relató sus inicios en el medio, que vinieron de la mano de westerns que beben de fuentes como Blueberry o los trabajos de Moebius. Escapando de la guerra, el artista recaló en Barcelona. Comenzó a trabajar para Toutain, pero para subsistir tuvo que dedicarse a la publicidad y a la animación, hasta que le reclamaron del mercado francés.
Amante de la música (es guitarrista), tiene en cartera un trabajo llamado Smoky John que se remite a los principios del blues y que espera que acabe siendo publicado por Delcourt. “Casi nada en mi vida salió por iniciativa propia, sino por circunstancias que hacen tomar decisiones naturales para mí”, comentó. Y una de esas decisiones naturales le condujo al final a recalar en el medio por el que él siempre suspiró, el cómic. “Intento sentir lo que hago, lo que dibujo, quiero trasladarme al lugar donde ocurren los guiones, y cuando lo consigo ya está en mi cabeza y realmente no me cuesta dibujarlo”, explicó. Esa autenticidad la echa en falta en muchos de los cómics de superhéroes. “Son personajes que están muy bien dibujados, con una técnica muy avanzada, pero les falta el alma, la sensibilidad que te empuja a pasar cada página”, resaltó Guéra volviendo al tema de las escuelas de dibujo, que en su opinión coartan la autenticidad de los dibujantes.
Respecto a Scalped, a su crudeza, anunció que próximamente habrá sitio para la esperanza, una esperanza “adecuada a la historia”. Guéra llegó a la serie gracias a los contactos que le había proporcionado Igor Kordey para entrar en el mercado americano. Hoy, la simbiosis alcanzada con Jason Aaron, el guionista de la serie, ha llegado a tal punto que “la historia se realiza por sí sola”. Su final está pensado para más o menos el número 80, aunque todavía no hay nada decidido, adelantó el dibujante. En el horizonte, Guéra se ve a los lápices de un superhéroe, un género que ve un tanto agotado pero del que ve indicios de que puede mejorar. “El mundo está cambiando, no sé qué es, pero me parece bueno”, concluyó el dibujante.
La grandeza del día a día
Hay un tipo de cómic alejado de las grandes aventuras, de las grandes gestas, de las grandes batallas, de los grandes efectos especiales… Hay un tipo de cómic que refleja las grandes cosas que tiene el día a día. Y uno de sus grandes representantes hoy en día es el francés Guy Delisle, que esta tarde protagonizó la segunda de las charlas en el auditorio de la Casa de Cultura.
De la cuerda de autores como David B. y relacionado desde sus inicios con el colectivo La Asociación, Delisle realizó un pormenorizado recorrido por su carrera, que hasta hace poco tuvo que compaginar con el mundo de la animación. Empezó con La Asociación tras haber presentado sus trabajos a las grandes editoriales francesas. En Glenat le dijeron que la pequeña historia que había presentado no tenía posibilidades de ser editada. Pero al salir de la reunión se encontró con David B., que le remitió a La Asociación. Comenzó a enviarles muestras de su trabajo, les gustó y desde entonces empezó a trabajar con ellos con obras como Shenzen. Y cómo son las cosas. Esas editoriales que antes le rechazaban, 15 años después, recurren a él para publicar sus historias.
Delisle relató la historia de Shenzen, un relato autobiográfico ambientado en China que surgió cuando acudió a dirigir un equipo de animación de ese país. “En el segundo viaje me di cuenta de que casi había olvidado lo que había vivido en mi primer periplo tres años antes. Así que me dediqué a hacer un diario, y cuando volví a Francia vi que podría ser un cómic”, explicó. Como lo hizo en varias tandas, de una a otra iba cambiando de idea, por eso el libro va en varias direcciones a la vez.
El caso de Pyongyang es diferente, ya que en él optó por contar directamente sus experiencias allí. “Me limito a contar cosas, no necesariamente a explicarlas, a diferencia de lo que debería hacer un periodista”, señaló. A pesar de ser un relato de viajes, una de las principales preocupaciones de Delisle era darle ritmo, que el lector tuviera ganas de pasar la página, “contarlo todo, pero a la vez que la historia respire”. “Busco el exotismo en las pequeñas diferencias que existen en el día a día”, apuntó el autor respecto a un concepto que él intenta reflejar siempre en sus cómics y que, en su opinión, “ha perdido gran parte de ese componente romántico que tenía antes”. Pyongyang supuso el salto definitivo en la carrera de Delisle, uno de los mayores éxitos de La Asociación. El autor vivió allí dos meses, antes de que fuera considerado parte del Eje del Mal. Aquí, el elemento periodístico era mayor que en Shenzen. “Por ejemplo, necesitaba contar el sistema de reparto de alimentos del Estado a la población, un sistema basado en los méritos realizados por los ciudadanos a ojos del Gobierno”, explicó. Para ello utilizó una mezcla de dibujos y gráficos, una solución de la que se encuentra muy satisfecho.
El éxito de la obra fue progresivo, con sucesivas reediciones que siguen vendiéndose con la misma regularidad que al principio en más de diez idiomas diferentes. Pero más feliz se encuentra Delisle por las buenas críticas recibidas por la obra, sobre todo desde el mundo del periodismo, que reconoce el mérito de un trabajo imposible de realizar para un periodista hoy en día. Crónicas birmanas abunda en este sentido, aunque con una estructura diferente y nuevos pasos adelante por parte del autor, que por el momento no sabe por dónde le llevará el futuro y sus próximos proyectos. Habrá que estar atentos.
De la cuerda de autores como David B. y relacionado desde sus inicios con el colectivo La Asociación, Delisle realizó un pormenorizado recorrido por su carrera, que hasta hace poco tuvo que compaginar con el mundo de la animación. Empezó con La Asociación tras haber presentado sus trabajos a las grandes editoriales francesas. En Glenat le dijeron que la pequeña historia que había presentado no tenía posibilidades de ser editada. Pero al salir de la reunión se encontró con David B., que le remitió a La Asociación. Comenzó a enviarles muestras de su trabajo, les gustó y desde entonces empezó a trabajar con ellos con obras como Shenzen. Y cómo son las cosas. Esas editoriales que antes le rechazaban, 15 años después, recurren a él para publicar sus historias.
Delisle relató la historia de Shenzen, un relato autobiográfico ambientado en China que surgió cuando acudió a dirigir un equipo de animación de ese país. “En el segundo viaje me di cuenta de que casi había olvidado lo que había vivido en mi primer periplo tres años antes. Así que me dediqué a hacer un diario, y cuando volví a Francia vi que podría ser un cómic”, explicó. Como lo hizo en varias tandas, de una a otra iba cambiando de idea, por eso el libro va en varias direcciones a la vez.
El caso de Pyongyang es diferente, ya que en él optó por contar directamente sus experiencias allí. “Me limito a contar cosas, no necesariamente a explicarlas, a diferencia de lo que debería hacer un periodista”, señaló. A pesar de ser un relato de viajes, una de las principales preocupaciones de Delisle era darle ritmo, que el lector tuviera ganas de pasar la página, “contarlo todo, pero a la vez que la historia respire”. “Busco el exotismo en las pequeñas diferencias que existen en el día a día”, apuntó el autor respecto a un concepto que él intenta reflejar siempre en sus cómics y que, en su opinión, “ha perdido gran parte de ese componente romántico que tenía antes”. Pyongyang supuso el salto definitivo en la carrera de Delisle, uno de los mayores éxitos de La Asociación. El autor vivió allí dos meses, antes de que fuera considerado parte del Eje del Mal. Aquí, el elemento periodístico era mayor que en Shenzen. “Por ejemplo, necesitaba contar el sistema de reparto de alimentos del Estado a la población, un sistema basado en los méritos realizados por los ciudadanos a ojos del Gobierno”, explicó. Para ello utilizó una mezcla de dibujos y gráficos, una solución de la que se encuentra muy satisfecho.
El éxito de la obra fue progresivo, con sucesivas reediciones que siguen vendiéndose con la misma regularidad que al principio en más de diez idiomas diferentes. Pero más feliz se encuentra Delisle por las buenas críticas recibidas por la obra, sobre todo desde el mundo del periodismo, que reconoce el mérito de un trabajo imposible de realizar para un periodista hoy en día. Crónicas birmanas abunda en este sentido, aunque con una estructura diferente y nuevos pasos adelante por parte del autor, que por el momento no sabe por dónde le llevará el futuro y sus próximos proyectos. Habrá que estar atentos.
Cómic a ritmo de death metal
Lo sabemos, nos retrasamos un poco con la información sobre las charlas, pero las tecnologías es lo que tienen. Pero eso no significa que no estuviéramos al pie del cañón. Así que allá va la primera de las crónicas sobre las conferencias que tuvieron lugar por la tarde en la Casa de Cultura.
Hace unos años, Pere Pérez ganó el premio del superfriki de las Jornadas del Cómic. Aunque no lo confiese, este hecho resultó un espaldarazo a su fulgurante carrera como dibujante, un vicio que comenzó cuando era bien pequeñito a raíz de su afición por Star Wars. Hoy sus gustos van por otros derroteros. En lo que respecta al gusto musical, el death metal suena a todo trapo mientras quema páginas a dolor. Y sobre sus gustos comiqueros, Watchmen se encuentra en una posición “que de momento no encuentra sucesor”, según relató.
Sus inicios en el medio vinieron a raíz de un curso de un mes que realizó durante el verano en la Escuela Joso (de la que llegó a ser profesor) gracias a haber suspendido Latín en el instituto. Algunos de sus primeros trabajos fueron para Penthouse Comics haciendo parodias de género con títulos tan sugerentes como Le dieron por el ano en un planeta muy, muy lejano. Ya por entonces dedicaba el 80% del tiempo a realizar muestras para intentar entrar en el mercado americano, esfuerzos que se daban continuamente contra la pared. Estuvo así dos años hasta que un día se dio cuenta de que lo suyo era dibujar, no ejercer de relaciones públicas de sí mismo e intentar hacer contactos a destajo. Así que se puso en manos de un agente y comenzó a dar sus primeros pasos en Estados Unidos.
Paralelamente fue desarrollando su carrera en España, con rarezas como la serie Bull Damm, en la que tanto Pérez como otros autores de la calaña de Víctor Santos, Kenny Ruiz, Vicente Vegas, Joan Fuster y Enrique Vegas. Esta creación es una de las que Pérez se siente más orgulloso al haber realizado todo el proceso de diseño y dibujo de los personajes. “Es diferente cuando trabajas con personajes como Batman, con el que parece que estás jugando con el juguete de otro”, afirmó. Entre medias, Pérez comenzó a trabajar en DC, donde trabajó con John Robinson o Greg Rucka como guionistas. El dibujante resaltó la facilidad que supone trabajar con guionistas que ofrecen un nivel de detalle y de las ambientaciones muy superior al normal. “Realmente tu trabajo mejora por basarse en guiones tan buenos”, explicó. De su aterrizaje en Action Comics, Pérez destacó su especial relación con Superman, un personaje que no sabe si sabe dibujar, ya que a pesar de haber ilustrado un Annual e incluso números de la serie no llegó a dibujarlo. “Cuando entré en la serie tenía claro que a mí me conocían en mi casa y que la estrella era Rucka. Muchas de las series fallan por el ego del dibujante, que intenta hacer cosas espectaculares aunque no peguen. Yo lo que intento es que el lector no haga ningún esfuerzo para seguir bien la historia”, subrayó.
Víctor Santos se sumó a la mesa para hablar de su colaboración con Pérez en tres álbumes de Los Reyes Elfos. De los orígenes de Ragnarok, que surgió de una petición de Pérez a la salida de un concierto y mientras asistía con Santos a un espectáculo de lucha libre en Pachá, afirmó: “para cómo surgió la historia, no salió nada mal”. Si es que donde hay confianza...
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