jueves, 15 de septiembre de 2011

Bartolomé Seguí, la experiencia de un Premio Nacional

Es la primera vez que visita las Jornadas del Cómic de Avilés, pero seguro que no será la última. Bartolomé Seguí fue el protagonista de la primera de las charlas que tuvieron lugar en la jornada del jueves en el auditorio de la Casa de Cultura. Seguí, galardonado junto al guionista Felipe Hernández Cava con el Premio Nacional de Cómic 2009 por Las serpientes ciegas, realizó un repaso de su trayectoria profesional y habló sobre los proyectos que le tienen ocupado en la actualidad.

Bartolomé Seguí (izquierda) y Ángel de la Calle.

Después de hablar de sus inicios en el cómic de la mano de revistas como El Víbora o Metropol con un estilo netamente costumbrista, Seguí explicó las ganas que tenía de llevar a cabo proyectos más amplios. Sin embargo, una "sequía creativa" a la hora de saber qué quería contar le llevó a colaborar con diferentes guionistas. "Les estoy agradecido. Siempre me ha costado trabajar con un material que no sintiera como mío, y ellos me han permitido la libertad de que les olvidara", comentó el artista. Esta libertad la ha sentido con escritores como Ramón de España, con quien publicó El suelo de México (2004) o el propio Hernández Cava, con el que ha colaborado en varias ocasiones y a quien le une una gran relación profesional.

Sin duda, el cénit de ese trabajo conjunto vino de la mano de Las serpientes ciegas, que además del Premio Nacional del Cómic se llevó el premio del Salón del Cómic de Barcelona. "Los premios molan, y si llevan una dotación económica importante, todavía más. Tu vanidad queda satisfecha, pero también sirven para mostrarte que no vas por el mal camino", explicó.

Las serpientes ciegas comenzó a publicarse por capítulos en la revista BD Banda, pero no tardó en colarse directamente en el mercado francés. De ahí en triunfar en España sólo había un paso. Seguí explicó que a la hora de elegir un estilo optó por el que había utilizado en novelas ilustradas que había realizado para el mercado infantil. No obstante, si en las primeras páginas comenzó utilizando plumillas y un color más plano, no tardó más de tres páginas en optar por una apariencia más antigua a través del escaneo directo del lápiz y un color digital realizado como si fueran ceras auténticas.

A pesar de ello, el autor confesó que nunca se ha considerado un buen colorista. No ha sido hasta su último proyecto, Hágase el caos (también junto a Hernández Cava), cuando a vuelto a sentir "el goce del proceso de pintar las viñetas". Este trabajo, realizado también para el mercado francés, mezcla el género negro y de espías en una trama ambientada en Londres que tiene como trasfondo la Guerra Fría y la ex Yugoslavia de Tito. Publicada en dos tomos, en España la edita Norma.

A preguntas de Ángel de la Calle, Seguí habló sobre el hecho de que en una isla relativamente pequeña como Mallorca residan tantos buenos dibujantes. "Somos suficientes y bien avenidos. No existe un conflicto a nivel profesional", comentó, como tampoco existe, en su opinión, una escuela mallorquina. "Todos tenemos estilos muy diferentes", aseveró.

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