jueves, 15 de septiembre de 2011

Monteys, el dibujante que no sabe de lo que habla (o eso dice él)

Jorge Argiz, presentando a Albert Monteys.

"Básicamente lo que hago siempre es hablar de cosas que no conozco". Con esta declaración de principios comenzó Albert Monteys su charla en las Jornadas del Cómic de Avilés. Según explicó, así lo hizo en su etapa de editor de juegos de rol sin haber sido un gran aficionado a ellos, y lo mismo cuando dirigió la colección Puta Mili si haber realizado el servicio militar. Pero hay que reconocer que, para no saber de lo que habla, no le ha ido nada mal, y esa brillante trayectoria le ha traído este año a la ciudad.

Monteys recordó sus tiempos en la Facultad de Bellas Artes, donde "cuatro personas que nos convertimos en una" crearon el colectivo La Peña. Fruto de ese amor, según explicó, surgió el fanzine Mondo Lirondo. "En él concentrábamos todo lo que nos hacía gracia. Era un universo muy estúpido, pero muy coherente al mismo tiempo", comentó sobre esta publicación editada por Camaleón. Era una época, la de principios de los noventa, en la que el cómic español atravesaba una situación difícil. "Nunca se ha llorado tanto como en esa época. Los dibujantes veteranos nos decían que la cosa estaba muy mal, que ni se nos ocurriera intentar publicar en las grandes editoriales, y así cada uno comenzamos con nuestro fanzine. Existía un abismo generacional", explicó el dibujante.

Eso no impidió que poco tiempo después, a raíz de la creación del personaje de Calavera Lunar y la publicación de sus aventuras en 24 páginas, se llevase el premio al autor revelación en el Salón del Cómic de Barcelona. "Eso habla de lo mal que estaba la historieta entonces", apuntó. Después vino la entrada en El Jueves "debido a un cúmulo de casualidades". Entró sustituyendo a un dibujante de la colección Puta Mili que "había desaparecido, algo muy frecuente entonces", y acabó como director de la revista, capítulo que cerró en enero de este año para volver a convertirse en dibujante raso. Entre medias vino la entrega a la carrera de "páginas que pensaba que eran una mierda", la creación de personajes como Tato, las alrededor de 1400 páginas de Para ti que eres joven, junto a Manel Fontdevila, o los archiconocidos episodios de la no-portada de Mahoma o el secuestro del número dedicado a los príncipes de Asturias. "El Jueves es un sitio más serio de lo que la gente piensa, y pese a todo sigue habiendo gente que va por los pasillos gritando. Al principio, Vizcarra me asustaba mucho", recordó Monteys. Sin embargo, cada vez quedan menos dibujantes en la redacción de El Jueves, ya que la mayoria opta por trabajar en sus casas. Es lo que tiene internet.

Una vez pasados los agobios de dirigir una revista como ésa, Monteys, que sigue dibujando para ella, afronta otros proyectos, aunque admite que "este año me lo he tomado con demasiada calma". Dos son las ideas que centran su atención. La primera, crear un cómic sólo de dibujos para un público infantil. La segunda, abordar una historia sobre el hecho de ser hombre en los tiempos que corren. Lo que tiene claro, es que siempre seguirá escribiendo. "Sin dibujar podría vivir, pero no sin escribir", concluyó.

Las charlas-coloquio en el auditorio de la Casa de Cultura continuaron con Emile Bravo y Rafael Albuquerque. Y hoy, más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario